Algunas personas protagonizan cosas tan admirables como pedir dinero en la calle para investigar el cáncer, el mal por excelencia. Ni que decir tiene que esa colecta no se hace con el bote de la mano o utilizando aquellas huchas con cabezas de chinos y ... negritos con las que pedíamos para el Domund. Ahora todo se ha modernizado y los voluntarios preguntan educadamente si quieres colaborar en esa lucha, tras lo cual firmas una autorización para que te descuenten la cantidad que desees de tu cartilla de la Caja. A mí me captó Belén, una señora de la que únicamente sé su nombre de pila, pero que debe ser un referente entre muchos compañeros suyos porque todos parecen conocerla. Y, gracias a ella, estoy encantado de colaborar.
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Incluso en los tiempos más duros de la pandemia, casi todos los muertos lo fueron por tumores varios y no por el covid. Conociendo esta verdad incuestionable me pregunto qué daño hacían los carteles colocados en varias calles céntricas anunciando el sesenta aniversario de la AECC destrozados por algunos cabrones a patadas. A coces, para ser más exacto, y a quienes dedico el titular y el presente comentario. Su actuación me ha irritado incluso más que la que perpetraron, ellos u otros animales de la misma especie, con la cartelería de la Seminci, y pido tres deseos: que los pillen pronto, que los multen fuerte y que el dinero recaudado vaya a esta admirable Asociación.
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