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Mi infancia son recuerdos de un pueblo de Castilla, agrícola y ganadero. Parafraseo a Machado para nombrar a Cabañas de Polendos, municipio de la provincia de Segovia a unos quince kilómetros de la capital. Por esas fechas, en el mismo año en el que ... pisamos la Luna, con motivo de la celebración de su patrón, San Lorenzo (10 de agosto), las fiestas fueron innovadoras. Solo falta recordar las pegatinas que se repartieron con el siguiente lema: «Cabañas de Polendos. El pueblo de siempre… al ritmo de hoy». Algo de aquel espíritu todavía perdura. Los que tuvimos la suerte de vivirlas, yo aún siendo un púber, lo recordamos gratamente. También hay que decirlo, algunos jóvenes de aquella época las criticaron duramente y desvalorizaban, «igual de bien las hubiese organizado, de haber tenido tiempo», decían algunos vecinos años después. Pero el creador de las fiestas memorables fue Jesús de T Roda y lo demás son envidias.
Cabañas había realizado su concentración parcelaria y la cooperativa disponía de cosechadora. Aunque la carretera era todavía de tierra, había, y aún perdura, un servicio de coche de línea para acercarse a la capital y regresar a casa al medio día o por la tarde. No faltaban los coches particulares y la emigración a la ciudad había dejado vacías algunas casas. Abundaban los jóvenes y los niños. Muchos, como era mi caso, eran hijos de los emigrados que regresaban a pasar las vacaciones en casa de los abuelos. El ganado convocaba a moscas y tábanos y el agua se acercaba a la casa desde el pozo colocando una motobomba en su interior. La pasividad consistorial necesitaba espíritu creativo e innovador en la celebración de sus fiestas patronales y Cabañas de Polendos lo tenía.
Lo nuevo había comenzado el año anterior, 1968. Gracias a la afición a la fotografía por parte del organizador, fotos en blanco y negro y reveladas por el autor, los retratos aparecidos en el programa del 70 recordaban en imágenes lo acontecido en fiestas pasadas, supusieron un inusual impacto visual. Pero centrándome cincuenta años atrás muestro, programa en mano y memoria, lo acontecido en 1969.
El programa llamaba la tención, portada encabezada con el nombre del pueblo en letras grandes en color rojo, una foto en contrapicado de la entrada al templo, con la puerta ahora desaparecida, y la torre con sus campanas y el inseparable nido de cigüeña. Veinte páginas y en color amarillo una separata que desglosaba el programa oficial de las tradicionales fiestas en honor del patrón San Lorenzo. Cuatro días de sana diversión en Cabañas de Polendos. Como asevera en el editorial: «A guisa de saludo: …y nuestra cálida acogida al bienvenido visitante, patenticen el ser de este pueblo, modelo de modelos». A partir de este momento es conveniente fijarse en lo más relevante, innovador o sorprendente para quien lo contempla desde el siglo XXI. En el cuadernillo lleno de anuncios llama la atención la brevedad de los números de teléfono, solo cuatro números, cuatro dígitos, algo imposible en los contemporáneos móviles inteligentes.
Mirando con detenimiento, fijándonos en lo menos frecuente visto desde ahora, encontramos, junto a la misa y procesión que siguen celebrándose actualmente, a las cinco de la tarde, muy taurino, el Rosario y Novena al Santo Patrón. Otra circunstancia que nos sorprende son los horarios y la doble sesión de la orquesta, a las ocho de la tarde y a continuación la sesión de noche en la que tocó el grupo de música ligera Los sonados, algo inusual por estos lares. Como en cuatro días hay muchas noches no faltó el baile de disfraces con sus respectivos premios. A saber, y trascribiendo literalmente: «100 pesetas, al portador (portadora) de los atuendos más originales, más estrafalarios y al que más tonterías haga en toda la noche». Remarco, portador, portadora. Nada nuevo bajo el sol. La noche se cerraba con una colección aérea de fuegos artificiales con traca final, confeccionados por el pirotécnico madrileño Esteban Valencia.
Centrándonos en las piezas, las actuaciones y actividades lúdicas que llevan «el ritmo de hoy», no podemos soslayar el innovador certamen de Tiro al Plato (el cartel de la imagen), en un pueblo con poco más de 300 vecinos, ¿alguien se podía imaginar este concurso? Leemos, «Gran Competición Provincial de Tiro al Plato, que se celebrará el sábado nueve de agosto a las 4:30 de la tarde». El principal trofeo es concedido por el Excmo. Sr. Marques de Quintanar. Los premios, junto al trofeo se unirá la cantidad económica que va de 2.000 a 200 pesetas. Esto no fue un disparo ocasional, al año siguiente la competición de tiro al plato fue nacional en colaboración con la Federación Española de Tiro Olímpico, con premios y trofeos de diferentes Ministerios, Gobernador Civil, Diputación y Obra Sindical entre otros. Todo un éxito.
Ad perpetuam rei memoriam. Sin ninguna duda, inolvidables fiestas que cerramos con una cita de otras actividades realizadas en el pueblo, teatro, escenario. «Se despacharán localidades con cinco días de antelación», evidenciando la gran expectación de poder ver, ¡fíese usted de las criadas! de Alfonso Paso o el absurdo de Miguel Mihura, 'Tres sombreros de copa'. En realidad, un innovador pueblo de siempre.
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