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Busutil y las islas de la cultura
El Espigón de Recoletos ·
Muchos llevábamos tiempo esperando este libro, después del inexplicable y nunca explicado cierre de la que ha sido una de las mejores revistas culturales de las últimas décadasSecciones
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El Espigón de Recoletos ·
Muchos llevábamos tiempo esperando este libro, después del inexplicable y nunca explicado cierre de la que ha sido una de las mejores revistas culturales de las últimas décadasYa de muy niño, Guillermo Busutil tuvo dos grandes pasiones: el amor y los libros. Nos confesó en seguida, hace ya algunos años, su fervor por la mujer y las artes y las letras, no sabemos si en este orden. Siendo adolescente, decidió seguir ... siéndolo a perpetuidad, a lo James M. Barrie, por lo que Guillermo nos entreconfiesa que el secreto de su éxito personal e intelectual es una consecuencia de su actitud vital: un empático y elegante sentido del vivir. «Cada día, y mañana más, dejo que un libro me bese», explica en 'La cultura, querido Robinson. Crónicas y miradas periodísticas' (Fórcola, 2019), porque él, eterno niño Salgari al abordaje –como define a de otros–, ama los libros como a las personas. Y, acostumbrados como estamos a toparnos con insufribles de ego ciclópeo, su caso es excepcional.
Parece Guillermo un miembro del Trascendental Club, en el que militaron Walt Whitman, Emerson, Thoreau o Louisa May Alcott: con ellos comparte la necesidad de desarrollar la intuición y la observación de las cosas, y de situarlas en un mapa, en una representación que le dé coherencia a este caos en el que sobrevivimos. Ha tenido, además, la inmensa suerte de encontrarse con otro hombre excepcional, el editor Javier Jiménez, que mima sus ediciones como pocos saben hacerlo: es de los resistentes que, en vez de recurrir al fresado, siguen encuadernando con hilo. Cada libro de Fórcola es un disfrute para los sentidos, una delicatesen en este tiempo de prisas y trampantojos, donde los disfraces hacen que ya cueste distinguir entre el grano y la paja.
Cada día de su vida de adolescente eterno y 'baudelairiano', Guillermo Busutil ha reposado la mirada en el colchón del libro, la exposición o el concierto. Guillermo escribe mucho y muy bien: «Sé leer entre las palabras de un hombre y los silencios por los que huye. Cada uno de esos seres fronterizos –sus amigos– son las esquirlas de frío y de culpa que lleva dentro, un naipe en la bocamanga de su partida contra el miedo, las dudas, la muerte», escribe, refiriéndose a Antonio Soler. Porque por esta crónica cultural que es autobiografía disimulada desfilan mapamundis de la palabra, ojos de cámara, horizontes de cine, espumas de los días, aventuras de la mirada, espejos de la conciencia, bandas sonoras y oficios de mundos publicados en 'La Opinión de Málaga', donde sigue escribiendo prosa poética, más algunas entrevistas a Muñoz Molina, Javier Marías y demás, y que fue realizando en la extinta revista 'Mercurio', de la que fue su flamante director.
Muchos llevábamos tiempo esperando este libro, después del inexplicable y nunca explicado cierre de la que ha sido una de las mejores revistas culturales de las últimas décadas. «El único título del escritor es el de fugitivo de la realidad», escribe Guillermo. Tal vez esta sea la respuesta de este formidable homenaje a todos los que compartimos las incertidumbres y los días gloriosos, los silencios cómplices y las admiraciones incondicionales de las islas de la cultura.
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