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Los bulos no nos abandonan. También en verano intentan llevarnos al huerto. Las tomaduras de pelo, las arenas movedizas de la confusión política se han convertido en terreno ideal para los que quieren pegar el salto y llegar al poder o para el triunfo de ... la chirigota. Con las múltiples falacias y bulos lanzados en torno al ahorro energético, Isabel Díaz Ayuso, ha renovado su liderazgo. En general, los políticos expertos en contar trolas no creen que apagar la luz de los escaparates del centro de las ciudades por la noche dejen a oscuras las calles, pero es una forma de liarla como otra cualquiera. Así, sorprende que partidos que han gobernado y pretenden volver a hacerlo algún día no tengan problema en aparentar ignorancia y aprovechar el estado de inopia de bastantes ciudadanos para que la falsedad eche raíces.
Recientemente, un tuitero ha realizado un experimento amargo inventando una falsa localidad vasca, Arralde, con ayuntamiento de Bildu, que habría 'aprobado' en pleno un homenaje al etarra autor del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Las reacciones fueron tremebundas a pesar de la inexistencia del lugar y que la fuente, Calimero, era unívoca y bien anónima. El autor del mensaje, anunció posteriormente que era un bulo pero para muchos ya era una realidad.
Al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, le han colado una de esas bromas-bulo vergonzante en base al ingenio de dos humoristas rusos. Uno de ellos se hizo pasar por el alcalde de Kiev, Vitali Klichkó, conectando con el edil madrileño mediante videollamada y planteándole una serie de cuestiones, a cuál más cruda, en las que el regidor fue cayendo sin cuestionarse los argumentos y, lo que es peor, dando unas respuestas incluso escalofriantes.
Martínez-Almeida se ofreció de mil amores –en relación a los refugiados– a que Madrid apoye «el envío de ucranianos a Ucrania para que participen en las hostilidades», añadiendo que creía necesario castigar a los rusos en España. La metedura de pata puso en entredicho los conocimientos jurídicos del alcalde del PP, abogado del Estado, además de su propia convicción sobre los derechos humanos y el conocimiento de la legislación internacional sobre el asilo. Los servicios institucionales del consistorio madrileño cayeron en la cuenta de que era una farsa cuando empezaron las preguntas de tipo más personal. Estamos tan acostumbrados a que las mentiras se nos metan en el salón de casa, que hasta los representantes de las instituciones quedan atrapados en ellas como las moscas en la miel.
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