Como el Romance Sonámbulo de García Lorca, el verde comienza a teñir de esperanza el mapa que durante meses se ha debatido entre el rojo y el naranja. Largos periodos en los que hemos deambulado, sin apenas transición, de una alerta extrema a otra más ... contenida. Como el peatón que ansía ver el destello que le abre camino y prioridad en el asfalto, así enfrentamos esta casi nueva normalidad que se estrenaba en Zamora, la primera provincia en dar el salto a un escenario sin contenciones. El sistema se destensa y el alivio no solo se percibe en la calle, también en las hospitalizaciones con valores que nos retrotraen al inicio de la quinta ola.
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El contagio marchita al compás de la inmunidad de grupo. Es la magia de la vacuna que ha conseguido por fin devolver su uso original a pabellones, palacios de exposiciones y grandes centros culturales. Las puertas volverán a abrirse con aforos más relajados. Es momento de que la cultura florezca como ya está haciendo el ocio. Brotes verdes que atisban una renovada normalidad, muy distinta a la que enfrentamos de modo prematuro sin el escudo comunitario de un antídoto que ha demostrado ser el lucero de esta andadura. Con el otoño ya iniciado, solo queda celebrar con prudencia y esperar que la lluvia que nos acompañe siga verdeando el horizonte y no empañe el camino al andar.
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