Blázquez, primer balance
El hasta ayer presidente de la Conferencia Episcopal Española ha estado con el Papa que, en cada momento, ha permanecido al frente de la Iglesia
JAVIER BURRIEZA SÁNCHEZ
Miércoles, 4 de marzo 2020, 07:43
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JAVIER BURRIEZA SÁNCHEZ
Miércoles, 4 de marzo 2020, 07:43
Las palabras del nuncio, Bernardito Azua, en el inicio a la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE), resumen muy bien lo que han significado los nueve años de Ricardo Blázquez al frente de la misma (2005-2008; 2014-2020): una «actitud pronta, ecuánime ... y dialogante» en representación de sus hermanos obispos y de la Iglesia, ante las autoridades civiles y la sociedad en general. No son palabras de cumplimiento y simple cortesía. Deben ser analizadas desde su procedencia, el representante diplomático y voz de la Santa Sede en España. Palabras que cuentan también con una proyección en la elección que los pastores españoles han realizado, en segunda votación y por mayoría absoluta, de su sucesor, el cardenal-arzobispo de Barcelona, Juan José Omella.
Todo un mensaje de aceptación de los obispos de la línea y estilo de actuación del papa Francisco en la Iglesia para España, recalcando la necesidad de caminar juntos como nación. Desde este miércoles, el presidente de la CEE es el arzobispo de Barcelona. Además, los obispos han decidido que su vicepresidente, sea el cardenal-arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. En todos y cada uno de los consistorios convocados por Francisco para la creación de cardenales ha habido españoles y tres de ellos han sido Blázquez, Osoro y Omella.
Todo ello avala la línea que don Ricardo ha otorgado a su modo de proceder como presidente de la CEE, que no es un superior de todos los obispos, sino su voz moderadora ante una sociedad cada vez más plural. Sociedad que, aunque algunas veces no se aprecie lo suficiente o lo reclame con «renglones torcidos», está necesitada de las mejores aportaciones de los católicos en la vida pública. Esto conecta con el necesario y sincero impulso del laicado en la vida pública y de la Iglesia, que ha pretendido subrayar el último Congreso de Laicos convocado por los obispos. El concepto que define el modo de caminar en la Iglesia es la sinodalidad, es decir, «hacer camino juntos».
Para conseguir ese horizonte es necesario el diálogo y la escucha sin menosprecio de lo recibido. El camino de la Iglesia no puede ser el caudillismo o un episcopado a imagen y semejanza de su presidente. Quizás nos limitamos mucho al hablar de Ricardo Blázquez como de un «hombre del papa Francisco»: él fue nombrado obispo por Juan Pablo II, contó con la plena confianza de Benedicto XVI en materias de la Iglesia universal y fue creado cardenal por Bergoglio. La historia de la Iglesia no puede quedar reducida a un turno pacífico de partidos. Blázquez ha estado con el Papa que, en cada momento, ha permanecido al frente de la Iglesia.
El «hombre tranquilo» no es sinónimo del obispo impasible. Este diálogo y escucha lo supo poner de manifiesto como pastor en Bilbao. Ahora ha presidido la CEE al mismo tiempo que era arzobispo de Valladolid, y cuando disponía de un obispo auxiliar, tuvo que apoyar a este último para ser secretario de la Conferencia, lo que complicaba la cotidianidad de su diócesis. Todo ello en una Iglesia que ha respondido, pienso, de manera definitiva, a asignaturas pendientes como la condena, sin mirar a otro lado, de los casos de pederastia. Él mismo ha tenido que aplicar con rotundidad el protocolo en su misma diócesis.
En un presidente de la CEE existe mucha trastienda y eso mismo se ha somatizado en el desgaste físico de su persona. Ayer mismo, en su discurso, subrayó que una elección de cargos no es un reparto de poder. Él no ha querido apostar por delfines. Sabe que llegan nuevos tiempos en muchos aspectos y recibió el agradecimiento ante la disponibilidad mostrada, en ese diálogo, con las autoridades a las que siempre saluda «con respeto», cada vez que comienza una homilía o intervención pública en la que se han hecho presentes.
El diálogo no está reñido con la firmeza. Recientemente, la CEE ha reflexionado acerca de la eutanasia, en una clara defensa de la vida. Don Ricardo también ha sabido articular muy bien la relación con las órdenes religiosas y las distintas realidades de la Iglesia, y no ha gastado más energías en temas que no eran capitales aunque algunos católicos españoles no lo hayan entendido. Cierto referéndum a este modo de proceder lo encontramos en el compromiso que los españoles han demostrado en el sostenimiento y apoyo de la obra de la Iglesia en la campaña de la renta de 2019.
Y a partir de ahora, ¿cómo se desarrollarán los acontecimientos, sobre todo en la diócesis de Valladolid? Roma tendrá la palabra, eso sí, dentro también de un tiempo de renovación episcopal en la Iglesia española. Trabajo tiene el mencionado nuncio. Seguiremos atentos.
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