El lunes 18 es el día más triste del año. Reuters

Bienvenidos al Blue Monday (no sonría por favor)

Rincón por rincón ·

«Una jornada fatalista en la que la confluencia de aspectos puramente negativos es incuestionable»

J. Calvo

León

Lunes, 18 de enero 2021, 07:38

Efectivamente, tras casi un año de lucha contra la pandemia, después de meses y meses de sufrimiento y condena, y machacados por todo tipo de plagas y de males... ya está aquí. Hoy, tras una larga espera, es lunes 18 de enero, nuestro Blue Monday, ... o lo que es lo mismo el día más triste de todo el año.

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Podría entrarse en mil discusiones al respecto, se podrían abrir centenares de debates sobre si la denominación es o no acertada, pero lo que apuntan las evidencias es que nada invitará al optimismo en esta jornada desde el mismo momento en el que suene el despertador. La realidad se impone y en ella se da una desconcertante coincidencia entre lo ordinario y lo extraordinario, y todo con un sentido negativo que aviva la depresión y no deja títere con cabeza. La denominación Blue Monday se le da de forma ordinaria al tercer lunes del año en curso. De todos los cursos, en realidad. Una jornada fatalista en la que la confluencia de aspectos puramente negativos es incuestionable.

A nadie le sale una sonrisa de forma habitual en este lunes en el que se escenifica al cien por cien el fin de las fiestas, se materializa la caída en el poder adquisitivo de las familias por los gastos de las últimas semanas y se prevé una temida 'cuesta' que provoca una sensación a medio camino entre la impotencia y el desaliento. Bueno, que es lunes, y no hay ganas de nada. Y mucho menos en este lunes.

Pero a esa secuencia tan autodestructiva a este lunes 18 se le unen a modo de huracán, ciclón o erupción volcánica todo tipo de males hasta ahora incontrolados e incontrolables.

En medio de una tormenta de pesimismo llega en esta fecha la herencia de una pandemia que no parece tener fin, el desaliento por unas vacunaciones que se dejan ver con cuentagotas, la certeza de que el virus se ha desatado con tal fortaleza que resulta incontrolable y las temidas medidas de contención que prometen acabar con cualquier atisbo de vida social. No pasa nada, es lunes. Depresión, y casi estamos acostumbrados. Pero por si fuera poco los bares han dejado de abrir sus puertas al público y la noche se hace más larga que en Utqiagvik, la ciudad más septentrional de Alaska donde el sol permanece oculto durante 65 días.

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Por si le quedan ganas de animarse siempre podrá creer que el tiempo jamás se congela, hasta que mire el termómetro a primera hora de la mañana y compruebe que efectivamente las temperaturas pueden caer por debajo de los -10º o que la nieve es un elemento de ilusión justo hasta que se sitúa por encima de las rodillas. Si después de este torrente de malas noticias quedara algún ilusionado optimista, de esos que van con buen humor incluso al dentista, no pasa nada. Sea lunes, jueves o viernes, siempre puede aparecer en la pantalla la figura de Francisco Igea, esa especie de Terminator sacado de la gran pantalla para exterminar cualquier atisbo de buen humor en la sociedad. No hay ilusión que se le resista ni esperanza que se difumine cuando él aparece en la pantalla.

A Igea le ha tocado el papel de malo en una película sobre malos con un mal inicio y con guión inevitablemente pesimista, malo. De nota, vamos.

Es lunes, Blue Monday, y sobran razones para creer que efectivamente estamos ante el día más triste de todo el año. Si tenía alguna esperanza de divertirse hoy, mejor olvidarlo. Han llegado las peores y más tristes 24 horas de todo el año. Lo dicho, que no sea nada.

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