Lo difícil, en España, es vivir sin escuchar un exabrupto, un despropósito legal, unos platos rotos sin pagar o un disgusto gordo de nuestros politicastros, como lo difícil, en Estrasburgo, es conseguir pasear sin encontrarse un europarlamentario. El nuestro es, seguramente, el país con mayor ... ajetreo de patanes y sinvergüenzas de toda Europa. Pero todavía está por contarse la historia triste de nuestros fieles difuntos pandémicos, de las mordazas e inquisidores que proliferaron en el confinamiento, engordados a golpe de subvención: así seguimos, en la inopia informativa, mientras la prensa anglosajona avanza a pasos de gigante sobre el origen y la naturaleza del coronavirus, que se ha paseado las pasadas Navidades por el planeta regalando contagios y enfermos. Del lejano Oriente vino la peste. Un científico chino, He Jiankui, 'creó' las primeras gemelas modificadas genéticamente en 2018 gracias a una herramienta llamada CRISPR, tras traspasar fronteras éticas y legales, y acabó tomando el sol (rojo) a cuadros. Le dio tiempo a reescribir la secuencia genómica inyectando la pócima en una tercera niña, cuando era un feto, y que nació en 2019. Después de tres años entre rejas, este aprendiz de Frankenstein anuncia tournée mundial.

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Habrá que seguirle la pista al biofísico oriental, que se dedica a 'editar' el genoma humano y dice que vive bastante bien y que juega al golf en Pekín. Las tres criaturas andan escondiéndose por allí y el improvisado doctor 'Orient' Moreau, lejos de retirarse, anda buscando financiación y oídos para sus investigaciones. Entre el chinavirus y los científicos locos, los chinos nos van a colonizar a todos, sí, pero en el sacrosanto nombre de la ciencia. Como se entere la ministra Darias, lo nombra director de Emergencias Sanitarias. ¡Tiembla, Fernando Simón!

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