Bielorrusia tensa la cuerda
El mundo de la Guerra Fría ha sido sustituido por una paz caliente. Proyectos abiertos y multilateralistas como la UE tienen todas las de perder
Daniel ReboredO
Miércoles, 17 de noviembre 2021, 07:11
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Daniel ReboredO
Miércoles, 17 de noviembre 2021, 07:11
Bielorrusia vuelve a tensionar las fronteras de la UE. En esta ocasión utilizando la inmigración como ariete para evidenciar la vulnerabilidad y las contradicciones, inevitables por otra parte, que caracterizan al proyecto europeo. Alexander Lukashenko se ha convertido en un habilidoso desestabilizador y la Unión ... es su víctima favorita. Con ello aspira a paralizar o minorar las sanciones europeas contra su país a la par que contenta a su padrino ruso, Vladímir Putin. El flujo migratorio que presiona las fronteras comunitarias, en este caso en la díscola Polonia, está liderado y controlado desde Minsk y se ha convertido en una agresión que ignora las fronteras europeas. Los juegos y maniobras geoestratégicas utilizan la desesperación de personas que buscan un futuro mejor en Europa.
La violación de la frontera oriental de la UE y de la zona Schengen tiene algo de justicia poética con Polonia si recordamos su insolidaridad en crisis migratorias precedentes; concretamente cuando, junto con Hungría, se opusieron al reparto de los refugiados sirios que llegaban a Grecia desde Turquía. Claro que ahora se trata de cerrar filas con un miembro de la Unión que se encuentra en la primera línea de una guerra híbrida y mestiza enmascarada en forma de crisis migratoria. Y recordemos que no hace tanto Lituania y Letonia sufrían acontecimientos similares.
Como la Unión no cuenta todavía con instrumentos suficientes y eficaces con los que enfrentarse a problemas como éste, sólo puede mantener las sanciones al país eslavo e incrementar la presión sobre una Rusia cuya economía depende mucho más de lo que reconoce de ella. Y así debe ser porque Bielorrusia y Rusia tienen muy claro cómo actuar contra la misma, tal y como evidencian las recientes declaraciones del jefe de la diplomacia bielorrusa, Vladímir Makei, y de su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, ante las manifestaciones del viceministro de Exteriores polaco, Piotr Wawrzyk, y las de su primer ministro, Mateusz Morawiecki.
La presión en la frontera polaco-bielorrusa se mantiene viva. Miles de soldados polacos han llegado a la ciudad de Kuznica para evitar los intentos de traspasarla de cientos de personas, procedentes del Camerún, Congo, Irak o Siria, en el marco de una agresión realizada utilizando la desinformación, medios no convencionales y una ruta inusual solo entendida desde el conflicto geopolítico que se está dilucidando en esta zona de Europa. Al otro lado de la frontera, los soldados bielorrusos observan, mientras los aviones rusos sobrevuelan la zona. La situación se torna peligrosa, la UE observa con impotencia y bielorrusos y polacos pugnan por la épica con narrativas claramente enfrentadas. El mundo de la Guerra Fría que conocimos ha sido sustituido por una paz caliente en la que las agresiones han cambiado y no son sólo los antaño habituales enfrentamientos bélicos.
En este nuevo escenario, proyectos abiertos y multilateralistas como la UE tienen todas las de perder y se convierten en víctimas de cualquier régimen autoritario que obvie las normas internacionales y utilice instrumentos desestabilizadores en guerras soterradas y letales para los sistemas democráticos. De ello se está aprovechando Bielorrusia en este conflicto, mostrando las debilidades de la Unión y la desfachatez e hipocresía política del poder en este país, pero también en Rusia y Polonia. La UE no es capaz de acordar normas comunes en el tema migratorio, en gran medida por la actitud de polacos y húngaros, y Rusia incordia todo lo que puede a quien debiera ser su principal aliado. Putin y su Gobierno han ideado este nuevo método para minar a la Unión y la alegre condescendencia de Lavrov así lo refleja.
Los polacos solicitan la solidaridad que ellos no tuvieron y exageran una situación que le viene pintiparada al beligerante y cuestionado Gobierno del partido Ley y Justicia, que se ha servido de los hechos para fomentar una bárbara oleada de nacionalismo y xenofobia aprovechando la crisis. Que se lo digan a Jaroslaw Kaczynski y su vil propaganda y al Ejecutivo polaco que impide el acceso de quienes pretenden ayudar a los refugiados. Y no olvidemos a un Lukashenko que cuenta ahora con un dispositivo de chantaje excepcional y mafioso y al que las sanciones comunitarias han perjudicado poco al no prohibir las exportaciones. El líder bielorruso quiere vengarse a la par que reclama la suavización de las medidas punitivas europeas. Tiene poco que perder y mucho que ganar. Lo sabe y Putin se aprovecha de ello.
La crisis actual no es un acontecimiento aislado y aleatorio, sino que forma parte de la estrategia rusa de rivalidad y desafío a la UE. La situación humanitaria, diplomática y militar se complicará con el paso de los días porque rusos y bielorrusos juegan al todo o nada y en este tablero los inmigrantes son meros accesorios. Nuevos conflictos y los mismos perdedores.
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