Tu bíblico pasaje

Esta Pasión 'al menos ha sido', íntima e intramuros, sí, pero 'ha sido'. Porque aunque haya una dimensión mística, individual, y hasta teresiana de la Semana Santa, tú y yo sabemos que desde Trento –también desde antes– el Evangelio es calle.

Has rezado, has llorado, has visto el Gólgota con una Cruz que no se merecían ni tus allegados fallecidos, ni tu boquete en la economía. Ni esa normalidad que no es normalidad y que te ha escondido tu resurrección diaria de la barra. Los tiempos, como más o menos diría el Mochuelo, podían haber sido otros, pero fueron éstos. Los de la fe cambiada y fortalecida por un virus, que no es una criatura del Divino, sino los siete pecados capitales con variaciones espantosas.

También te ha caído la primavera, y sabes con quién hay que lavarse las manos, y quién es el mal ladrón. Ya sabrás también que han preferido a Barrabás y que, después de la lanzada, no te queda sino preguntar al Cielo, en arameo, y llorar por tanto purgatorio. Dadle a Marlaska, si cabe, algún papel en la Pasión Viviente del año que viene.

Pero es Domingo de Resurrección. Imagina el sol de otros años. Imagina las prontas amapolas. Tú también has resucitado, y a quien no se crea eso, 'noli me tangere'. Has resucitado, que es lo bueno. Ya habrá tiempo de cambiar los Evangelios, de renacer y de expulsar a los mercaderes.