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A la vista de nuestro endeudamiento del 120% del PIB en Berlín han dicho que los españoles tenemos que presentar ya un compromiso «creíble» de reducción de nuestra deuda pública. Vamos, igual que el Banco de España, que lleva meses diciendo a la ministra del ... ramo que se ponga las pilas. La canciller y su valido de finanzas, Olaf Scholz, al igual que los checos se cachondean en los salones de la OCDE de nuestro plan de recuperación económica: dicen que es más de micro que macro. Tampoco se entienden –o sí– estas prisas germánicas, ni esta fijación por el sol de las Canarias y las Baleares, así tan de repente. Porque luego están, claro, el FMI y el BCE, que dicen que las economías aún andan maltrechas y que el fondo del plan de recuperación está todavía arrancando entre oleadas covid. Vamos, que quieren más cadencia.
Pero entre salchicha y cerveza los tudescos se han puesto en plan 'pressing' con el 'timing'. Entonces uno se imagina a las élites y carrozas bávaros y de la Baja Sajonia planificando sus vacaciones de verano, en plan «Margarethe, vamos reservando hotel y cuadro flamenco in Spanien»; pero el cante jondo que quede vivo cara al estío, claro está, porque aquí a nuestros cantaores y bailaores, que son la sal de la tierra, no los ha ayudado ni Dios y la hostelería es un destrozo. Los teutones nos piden «consolidación fiscal» y «ajustes», lo que traducido al román paladino es que «die Bundeskanzlerin von Deutschland» necesita urgentemente remojarse los callos en las playitas españolas y con futuro estival pluscuamperfecto. A eso sí le llamamos macro-optimismo, «meine Liebe».
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