La muerte de una sola persona es absolutamente inadmisible para la gran mayoría de los seres humanos que habitamos el planeta, pero no para todos. En este mundo hemos aprendido que no hay casualidades, que los daños colaterales suelen estar calculados y que en demasiadas ... ocasiones son el objetivo principal que se esconde tras la magnitud de la tragedia que se ha provocado para enmascarar lo que de verdad se quiere conseguir. El enfrentamiento entre israelíes y palestinos no es de ahora, viene desde la decisión de la ONU de la partición y la creación del Estado de Israel en 1948, la Nabka para los palestinos, con varias guerras de por medio entre árabes e israelíes, miles de muertos y miles de personas viviendo en condiciones precarias, situación aprovechada por los extremistas para su propio beneficio. Uno de los muchos problemas de este antiguo conflicto es la polarización de opiniones y la falta de ecuanimidad. Nadie es inocente, todos son culpables, pero unos más que otros. La pregunta es ¿por qué ha estallado la violencia con tal magnitud y a quién beneficia o perjudica?
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La tensión por la celebración de la Nabka o la ocupación de casas y territorios es, por desgracia, habitual. Sin embargo, este año las milicias de Hamás lanzaron centenares de cohetes, no cinco ni diez, contra ciudades de Israel provocando una represalia israelí ya prevista y muy contundente. Ahora hablamos de miles de cohetes y bombardeos de uno y otro lado, con la peor parte para el más débil, los palestinos civiles.
Parece que alguien ha calculado esta nueva crisis que lo puede tapar o justificar casi todo: el riesgo de guerra civil entre israelíes y árabes en las ciudades con población mixta; la anulación de las elecciones palestinas que se iban a celebrar después de 15 años; las precarias condiciones de vida en Gaza por la pésima gestión de Hamás; la permanente división entre los palestinos; refuerzo político para el primer ministro israelí Netanyahu; respaldo electoral para el régimen iraní en las próximas elecciones presidenciales; presión favorable a Irán para el levantamiento de las sanciones internacionales y la recuperación de la negociación de su programa nuclear; brecha entre Estados Unidos y sus aliados europeos por la disparidad de apoyo; comprometer a la Administración Biden sin un plan definido; frustrar las inminentes relaciones de Arabia Saudí con Israel y alejar a quienes las habían establecido como Emiratos Árabes Unidos y Marruecos.
Hay más, pero que cada uno extraiga su conclusión. Me temo que para algún mal nacido tantos muertos palestinos e israelíes, la destrucción, el odio y el miedo, bien vale la pena por los beneficios colaterales que provocan.
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