Philip Lane

Bendito Philip Lane

«Quizá el barco se mueva más de lo debido pero, al menos, hay alguien en el puente de mando que nos asegura que la tormenta será pasajera y que saldremos de ella sin perder la vida»

Antonio San José

Valladolid

Martes, 16 de noviembre 2021, 07:46

En medio de incertidumbres y zozobras de toda condición, en las que coinciden peligrosamente las profecías de un nuevo apocalipsis con los diagnósticos más realistas, resulta reconfortante prestar atención a las manifestaciones de Philip Lane, economista jefe del Banco Central Europeo y miembro del Comité ... Ejecutivo del organismo que dirige Christine Lagarde con el auxilio del español Luis de Guindos.

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Lane, un eurofuncionario de 52 abriles, exhibe una faceta optimista que se agradece especialmente en estos tiempos tan extremadamente volátiles. Cuando algunos de sus colegas más reputados plantean la posibilidad de que la elevada tasa de inflación en la eurozona no sea meramente coyuntural, él se muestra convencido de que la imparable escalada de precios será un fenómeno episódico y, por tanto, temporal. Sostiene que la elevación actual es inusual y confía en que las tensiones terminarán pasando a lo largo de los próximos meses. De la misma forma, afirma que países como España, que han visto dramáticamente afectado su sector turístico, no tienen que contemplar esta circunstancia como una amenaza a la recuperación, ya que habrá una compensación evidente más adelante.

En su positivo análisis, nuestro hombre considera que los cuellos de botella en la producción de determinados bienes son una consecuencia de la demanda global que se ha producido con mayor rapidez de lo esperado, por lo que 2022 será un año de crecimiento vigoroso. Y lo mismo opina de la situación energética, que ha elevado a la estratosfera el precio de la electricidad. Con fe de carbonero, explica que las tarifas se estabilizarán y bajarán en un futuro no demasiado lejano. Para tranquilizar a la afición, Philip Lane cree que la zona euro está muy alejada de una situación en la que el BCE ponga fin a las compras de activos que nos han permitido surfear las peores olas de esta crisis sanitaria y económica.

En fin, que escuchando a una figura tan relevante en el mundo de las finanzas, uno se queda más tranquilo y, sin atreverse a creer a pies juntillas todo lo que dice, si piensa que declaraciones de este jaez ayudan de una manera beneficiosa a la mejora de la situación habida cuenta de que la economía es también, conviene no perderlo de vista, un estado de ánimo colectivo. Para certificar lo anterior no hay más que recordar la manera en la que Mario Draghi, antecesor de Lagarde, conjuró los oscuros nubarrones que se cernían sobre el continente en lo más duro de la anterior crisis. Sólo le hizo falta pronunciar tres palabras, el 26 de julio de 2012: «Wathever it takes». Ese «haremos lo que sea necesario», fue el talismán mágico que salvó una situación con aspecto de hecatombe y confirmó, ante la opinión pública, que el euro era algo irreversible.

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Acostumbrados, como estamos, a escuchar toda suerte de trompetería anunciadora del llanto, el crujir de dientes y los males del infierno que se ciernen sobre nuestro incierto futuro, es preciso fijarse en las previsiones de quien, en razón de su cargo, observa la economia desde una atalaya firme y privilegiada. Igual hay más oleaje del esperado, quizá el barco se mueva más de lo debido, pero, al menos, hay alguien en el puente de mando que nos asegura que la tormenta será pasajera y que saldremos de ella sin perder la vida. Sólo por eso ya le debemos agradecimiento a Philip Lane, un bendito que nos reconforta cuando otros tratan de enturbiar nuestro futuro con amenazas que nos impiden vivir el presente sin saber si se cumplirán o no.

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