El Golden Gate Park de San Francisco es inmenso y está lleno de sorpresas. La mejor son tres viejos amigos que se esconden en un rinconcito. Don Quijote y Sancho Panza arrodillados ante su autor, Miguel de Cervantes. Una estatua que se ha hecho tristemente ... célebre hace bien poco cuando unos descerebrados la vandalizaron con varias pintadas, entre ellas la palabra «bastardo». Una consecuencia más de la ola de protestas raciales que se vivieron hace unas semanas tras el asesinato de George Floyd. Muy cerca la estatua del misionero español Junípero Serra fue derribada. No fue la única. Con Cristóbal Colón también se ensañaron. Las estatuas convertidas en objetivo de las nuevas generaciones de analfabetos. Y vendrá una segunda ola de idiotez ahora que estamos acojonados con la segunda ola de la pandemia. Esta es otra pandemia. La universidad de Magaluf no descansa. Nadie se salva. Incluso han pedido quitar la estatua de John Wayne en el condado de Orange. Los más radicales (de derechas y de izquierdas) intentando imponer su doctrina. Va en su ADN. Son los quemalibros del Quijote. El Fahrenheit 451 de los imbéciles. Los 'braghettones' de la Sixtina que regresan. Son los mismos analfabetos funcionales que vandalizaron la estatua de Cervantes sin saber siquiera quién era. Le verían con pinta de conquistador. Si le hubieran leído no lo habrían hecho. Claro que el Quijote no cabe en un tuit. En fin que con toda seguridad, eso sí, no va a quedar ninguna estatua en pie. Se echa de menos la vistosidad de los autos de fe pero nos está quedando una bonita Inquisición.
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