Aquella barra de pan

Ya entonces había supermercados, claro que sí, pero las tiendas de barrio representaban todo un símbolo de la vida bulliciosa de la ciudad y aún podían competir en factores tan determinantes para la compra como el precio.

Han pasado tres décadas y los comercios de proximidad que han sobrevivido se han enfrentado a todo tipo de amenazas. Desde la aparición de las grandes cadenas de distribución y franquicias multinacionales, con las que se hace imposible competir en tarifas, hasta los nuevos modelos de negocio que, por ejemplo, convierten las panaderías en 'boutiques' de masas madre, semillas y pasas, y a las gasolineras, en panaderías con olor artificial a pan para incentivar su compra.

Cada cierto tiempo, como ocurre desde ayer y hasta el próximo 16 de noviembre en Valladolid, los comerciantes lanzan campañas especiales para recordarnos la importancia que tienen las tiendas de barrio en la vida de las ciudades. Cierto es que como consumidores poseemos el poder de decisión, y deberíamos emplearlo con más inteligencia, pero la gran amenaza de hoy se llama transformación digital y afecta a todos y a todo. A los rígidos grandes almacenes, pero también a los cercanos y supuestamente flexibles pequeños negocios.

Recomendaría a esas tiendas de toda la vida que mediten sobre los pilares de su diferenciación y los hagan valer. En un mundo en el que el 86% de los compradores están dispuestos a pagar más por una excelente experiencia del cliente, toca reflexionar a quienes se mantienen al pie del cañón en sus negocios para entender mejor a su público, al de toda la vida, pero sobre todo al que emerge con fuerza.