Balanza con un solo plato

Reducir un 10% la superficie de cultivo, tal como plantea la Comisión, lleva implícito disminuir la producción local, lo que encarecería el producto. La forma de compensarlo es aumentar las importaciones desde Estados terceros, alejando a Europa de los productos de proximidad y trasladando el problema medioambiental a países terceros, que tendrían que aumentar la superficie; y no nos olvidemos que el cambio climático es un problema global.

Por otro lado, reducir en un 50% el uso de productos fitosanitarios disminuiría la productividad de las explotaciones, lo que nos llevaría al mismo punto anterior, bajada de producción, subida de precios y/o aumento de las importaciones de otras zonas donde estos productos sí se aplican.

El objetivo de llegar al 30% de agricultura ecológica nos conduce a la misma reflexión, dada su menor productividad. Europa no debería reducir la producción y la eficiencia, sino favorecer el desarrollo de tecnologías cada vez más sostenibles orientadas a mejorar la productividad, la seguridad y la calidad.