Alas diez de esta mañana, el Grupo Renault dará a conocer en una rueda de prensa internacional sus planes para reducir dos mil millones de euros «en costes fijos en los próximos tres años». Aunque nuestras autoridades más cercanas se han apresurado a asegurar que ... las fábricas de Valladolid y Palencia no se verán afectadas por un tijeretazo de tamaña magnitud, no conviene olvidar que solamente en los cuatro días que llevamos de semana varias industrias de ese sector han anunciado su intención de echar la verja y ahuecar el ala. Mientras casi todos los gobiernos locales, regionales y nacionales anuncian gestiones y prometen ayudas para frenar las consecuencias más nefastas de este baile de empresas, los trabajadores se tientan la ropa. Y no solo los afectados en primera persona, sino todos aquellos que perviven al amparo del sector de la automoción sin trabajar directamente en sus cadenas de montaje.

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Ahora que parecía que nos habíamos acostumbrado a convivir con el coronavirus empieza a asomar de manera alarmante la consecuencia del retroceso económico que ha llevado al paro a millones de trabajadores y pequeños empresarios, que tardarán bastante en recuperar su normalidad. Cuando el doctor Fernando Simón pierda todo el protagonismo, la negra silueta del desempleo se hará la dueña y señora de nuestras vidas. Lo más terrible es que la pandemia económica no ha hecho más que empezar.

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