Leo y oigo numerosas quejas sobre la escandalosa subida del precio de los alimentos, pero nunca escucho a ningún gerifalte nacional o regional proponer medidas para detener este sindiós. Mi malhumor crece todavía más cuando los agricultores hablan de la miseria que reciben por sus ... productos sin disfrutar del maná económico que sale de nuestros bolsillos. Entonces, si el productor cobra poco y el consumidor paga un montón, ¿dónde se queda la pasta, quién está engordando salvajemente su cuenta de resultados? Aunque supongo que en este país habrá organismos oficiales que vigilan estas cosas no encuentro noticias de expedientes o sanciones, pese a que reconfortaría saber que tal cadena de alimentación, tienda o tiendecilla ha sido multada por los inspectores de guardia con tropecientos mil euros por haberse subido al guindo.
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Es evidente que la guerra en Ucrania está trastocando nuestras vidas, pero cuesta entender por qué el brik de fruta que consumo desde hace años ha subido un ochenta por ciento en un par de meses. Como no sea que los incendios se han ensañado con los árboles frutales y nos obligan a importar de China sus famosas naranjas, lo que está pasando no tiene lógica. Bueno: ni lógica, ni inspectores, ni sanciones, ni la madre que lo parió.
Al paso que va la burra no me sorprenderá leer este titular: «Ciudadano atracado en la calle a punta de pistola para robarle un melón».
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