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Recuerdo haber leído un texto de García Márquez en el que hablaba de un personaje (tal vez él mismo) que había llegado a una edad en la que esperaba que todos los problemas que le quedaban pendientes se los acabara resolviendo la muerte... La idea ... me pareció fascinante y liberadora a la vez. De esas que cambian de golpe el abrumador peso de una existencia llena de responsabilidades por la sonrisa de un inconsciente. Es lo que probablemente le ocurrió a Rodolfo Valentino, un mito del celuloide que murió endeudado hasta las trancas. Como el personaje de García Márquez, imagino que el bello Valentino fue retrasando el pago de sus deudas hasta que ya no tuvo que saldarlas... Lo cual en su caso resultó fácil, porque murió a los 31 años.
Aspirar no ya a ser el más rico del cementerio sino el más endeudado tras haber vivido a cuerpo de rey resulta ciertamente tentador. Pero no es de deudas de lo que quería yo hablar, sino de la acción de retrasar, diferir, retardar o dilatar en el tiempo cualquier tarea desagradable. Es algo tan común, tan arraigado en la naturaleza humana, que hemos inventado cantidad de vocablos para expresarlo.
Uno ahora muy de moda es procrastinar. Término tan sumamente espinoso que da pereza hasta pronunciarlo pero que, justo por eso, ilustra a la perfección ese pequeño placer (a menudo culpable) que consiste en retrasar las obligaciones mientras ocupamos nuestro tiempo con distracciones irrelevantes pero placenteras. Lo que se dice empezar por el postre.
Esto me remite a un episodio que presencié de cría en un restaurante de Haro. Un chaval que tendría mi edad estaba comiendo allí con sus padres cuando vio pasar un suculento flan y, sin poder contenerse, exclamó: «¡Yo quiero uno de esos, yo quiero uno de esos!». A lo que su padre, retorciéndole la oreja (algo que en aquel entonces no era denunciable) le ordenó: «¡Primero el arroz!».
Los psicólogos suelen interpretar como un rasgo de inmadurez anteponer el placer al deber. Boris Johnson, otro 'bebé jefazo' de esos que hoy dirigen (por decir algo) el mundo, ha vuelto a conseguir que la UE le conceda la enésima prórroga. Me da que a este impetuoso 'chiquillo' se le está haciendo bola el arroz del Brexit... Muchos ya tenemos ganas de retorcerle la oreja.
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