Aromas

Lo de Iglesias, si fuera vela, olería a tapicería nueva. A poltrona recién estrenada. Esa pose con las piernas abiertas, en plan arco del triunfo (por el que esperemos no se vaya a pasar todas las promesas que ha hecho) exhala el aroma del ganador que aún está que no se lo cree. Más que con la cartera de su ministerio, parece un agraciado del Gordo posando con el décimo. O el ganador de 'Pasapalabra' con su millonario cheque, que no sabe cómo colocarlo para que lo enfoque bien la cámara...

Es curioso, hace años, cuando me tocó coincidir con él en algún debate televisivo, me pareció un tipo afable pero también frío y cerebral. Muy alejado de este sentimental personaje que lloriquea ante una victoria política o se inclina cual lacayo al recibir un nombramiento. Pero ya sabemos que hay personas capaces de soportar la adversidad con gran templanza y que luego sin embargo se derrumban ante el éxito.

Rara, por infrecuente, es la fragancia que deja la renuncia política de Borja Sémper. A muchos de su partido les debe de parecer tan remota como el olor de la guayaba. Un exotismo. Cuando en realidad, en una coyuntura política sana, huir de la confrontación y el frentismo debería ser, como la famosa jaboneta de Heno de Pravia, 'el aroma de mi hogar'. Pero esto de los olores es muy subjetivo. Ahora, al menos, gracias a la vela de la Paltrow, ya tenemos respuesta a la acuciante pregunta de aquel anuncio de salvaslips... Por fin sabemos a qué huelen las nubes.