J. Signes
Dados rodando

Vacaciones a crédito

La gente, te explican, ha decidido vivir y disfrutar este verano sin pensar demasiado en el futuro. Asombra comprobar la cantidad de familias que han solicitado créditos, a tipos de interés altos, para costearse los días de descanso

Antonio San José

Valladolid

Martes, 18 de julio 2023, 00:18

Hay fenómenos para los que la ciencia económica no tiene explicación rotunda. La realidad implica que pagamos más por la cesta de la compra en el supermercado, la factura eléctrica, el gas, la hipoteca del piso y el combustible para el coche. Y mucho más ... por los billetes de avión, los hoteles y los restaurantes. Siendo esto así, que lo es, no hay una razón objetiva que explique el motivo por el que a fecha de hoy, y desde hace muchas semanas, no haya un solo hueco disponible para viajar al Caribe, a la costa española, a Estados Unidos o a los principales destinos europeos. Son las vacaciones más caras de la historia y, curiosamente, también las más demandadas. Desplazarse sin reserva de hotel o sitio para comer es una aventura condenada al fracaso, todo está lleno a rebosar y en las terrazas se percibe una alegría de gasto que no se compadece en absoluto con la situación general de las economías domesticas.

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La gente, te explican, ha decidido vivir y disfrutar este verano sin pensar demasiado en el futuro. Asombra comprobar la cantidad de familias que han solicitado créditos, a tipos de interés altos, para costearse los días de descanso en España o fuera de ella. Parece ser verdad que las estancias medias se han acortado con respecto a años anteriores, pero también que las jornadas de ocio se disfrutan a todo lo que da sin reparar demasiado en gastos. Comer en un chiringuito de playa es una aventura con reservas, colas, aglomeraciones y platos a precios de restaurantes del centro de las ciudades. Las gambas, el jamón y las frituras cotizan al alza, impulsadas por el juego oferta-demanda donde la segunda supera ampliamente a la primera. Tal parece que no hay inflación ni precariedad laboral ni nada de nada. Esto es la Arcadia feliz, un territorio de derroche alimentado por cigarras que ya pensarán después la forma de hacer frente a los costes.

Las familias han exprimido, literalmente, sus tasas de ahorro ante un verano que es récord en todos lo sentidos por muy oneroso que resulte abonar las facturas de alojamiento o alimentación. En lo que va de año los ciudadanos han retirado de sus cuentas corrientes casi 40.000 millones de euros, aplicando un 'carpe diem' basado en el castizo refrán de 'que me quiten lo bailao'. La gente aplaza la austeridad a septiembre y está dispuesta a fundirse entre julio y agosto todo lo que su situación le permita. Hay quienes pagan las vacaciones a plazos y existen aquellos que, tras la pandemia, se aplican al disfrute instantáneo por si después vienen mal dadas. Es la idiosincrasia hispana: playa, montaña, cervezas, comidas, caprichos, hoteles aparentes, billetes a paraísos caribeños, copas al atardecer y a vivir que son dos días y uno suele salir nublado. Si las cosas tornan en bastos, eso que llevaremos por delante. Las reservas hoteleras de cuatro y cinco estrellas han aumentado este año un 30 por ciento, el incremento de las tarifas supera en todas las cadenas el 10 % y, mientras tanto, más de un millón de hogares han retrasado un mes el pago de su préstamo y tiran de tarjeta de crédito para sufragar los gastos bajo el sol. Algunos observatorios económicos empiezan a alertar de un estancamiento del consumo privado, algo que corrobora el Banco Central Europeo. No cabe negarles la razón, pero quizá a partir del inicio del próximo curso. De momento, en este país todo es lujo y esplendor. ¡Otra de langostinos y qué no falte de nada!

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