![Julián y Koldo: las dos Españas](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/02/26/combo-k33B-U2101649752645zkF-1200x840@El%20Norte.jpg)
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Una vez más, volvemos a comprobar que lo mejor de esta sociedad se manifiesta siempre en situaciones límite. Es, justamente, en medio de la desgracia cuando brota una poderosa ola de solidaridad que nos hace invencibles a la hora de ayudar al prójimo. Resulta emocionante ... que las autoridades valencianas hayan pedido a los ciudadanos que no acudan con más alimentos y ropa para auxiliar a las víctimas del incendio que nos ha dejado a todos conmocionados. La ola de auxilio ha sido tal que nos compensa, sin duda, de otros comportamientos menos nobles que a veces exhibimos como colectivo ciudadano.
Esto ha sido siempre así. Los más veteranos del lugar recordarán aquella célebre emisión de la cadena SER que ponia en antena cada semana Alberto Oliveras con la Sinfonía del Nuevo Mundo como sintonía: 'Ustedes son formidables'. En aquella España, aun en blanco y negro, los oyentes aportaban pequeñas cantidades de un dinero que no les sobraba para remediar situaciones dramáticas derivadas de inundaciones y otros desastres. Conforta pensar que ese espíritu no se ha perdido y que, a la hora de ayudar, no albergamos duda alguna que ahogue la generosidad.
Los afectados de Valencia han sido los héroes de una semana 'horribilis' en la que el fuego devastador de la ciudad nos ha golpeado en lo más hondo, como un aldabonazo en el interior de nuestras conciencias, porque somos todos conscientes de que podríamos haber sido nosotros los que hubiéramos perdido absolutamente todo en solo un par de horas. Un simple giro del destino y la vida cambia para siempre.
Junto a la solidaridad ciudadana, hay que sumar al capítulo de héroes a los bomberos, a los miembros de la Unidad Militar de Emergencias y de Cruz Roja, a la Polícia Municipal y Policía Nacional, y también, cómo no, a Julián, el conserje que salvó a muchísimos vecinos avisando puerta por puerta a pesar de que el fuego ya se había apoderado del edificio. Todos los citados arriesgaron su vida por los demás y eso merece un respeto y un reconocimiento que siempre se quedará corto.
Si Julián puede encarnar a los miembros de una España solidaria y generosa, tenemos su némesis en Koldo García, un vividor de escasa catadura moral que se convirtió en la sombra del ministro José Luis Ábalos en su etapa en la cartera de Transportes. Un hombre imprescindible que exhibiendo maneras toscas y, en ocasiones, soeces, fue promovido a consejero de Renfe Mercancías y formó parte de un comité de Puertos del Estado sin contar con la formación intelectual ni la experiencia profesional para ello. Un dedazo de Ábalos sirvió para colocarle en el lugar adecuado desde el que pudo maniobrar para llevarse una mordida de millón y medio de euros en la compra de mascarillas en el inicio de la pandemia. Muchos de esos cubrebocas nunca llegaron a adquirirse porque su importe se lo metieron en el bolsillo Koldo y sus secuaces en un ejercicio repugnante que ahora, al fin, ha salido a la luz pública.
Héroes y villanos, esa es la historia de España desde Lázaro de Tormes, Rinconete, Cortadillo y toda la picaresca retratada en nuestra literatura. Se trata de dos estampas esclarecedoras que la casualidad ha querido colocar frente a frente en las páginas de los periódicos: Julián, el conserje ejemplar, y Koldo, el golfo que se lucro junto a otros con la necesidad ajena. La corrupción, como aquí se comprueba, va por barrios, por eso conviene no presumir de puros cuando se ha amparado a sinvergüenzas como estos.
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