Secciones
Servicios
Destacamos
La factura del gas en el mercado libre puede dejar tiritando una economía doméstica cualquier mes de invierno con un uso siquiera sea moderado de la calefacción. En cuanto a las tarifas eléctricas, todos sufrimos la escalada incesante del kilovatio hora que ha multiplicado el ... coste hasta extremos insufribles. Otro tanto cabe decir del euribor, cuya ultima subida puede encarecer una hipoteca media hasta un 50% al mes, haciendo inasumible para muchos propietarios el coste de sus pagos. Los alquileres también han subido, y mucho, en los últimos doce meses, y de la cesta de la compra mejor no hablar porque resulta imposible ir al supermercado sin dejarse una significativa parte del sueldo en cada compra.
Así las cosas, resulta sorprendentemente positivo comprobar como a pesar de este empobrecimiento general derivado de las altas tasas de inflación, hay sectores de consumo que resisten sin resultar todavía afectados por la situación general. Un ejemplo significativo es la restauración. Encontrar mesa en un buen restaurante de Madrid es tarea complicada a diario e imposible el fin de semana. Hablamos de locales cuyo ticket medio alcanza fácilmente los 70 euros por persona sin grandes excesos. La eclosión de los restaurantes es un fenómeno en toda regla con los sitios más caros doblando turnos y mesas con un éxito que nadie es capaz de explicar en esta situación. Recientemente, ha abierto local en la capital una cadena mexicana de altísima gama con una carta que contiene platos que alcanzan hasta los 300 euros y una carta de vinos en la que la mayoría superan los 100, y el lleno es absoluto todos los días de la semana. La fiebre de las aperturas gastronómicas no se compadece con la situación general de las economías domésticas, pese a lo cual la fiesta continúa hasta que la música se corte abruptamente.
Los economistas avisan de una desaceleración que ya se advierte en el horizonte, pero con todo es muy improbable conseguir billetes de avión a cualquier país del extranjero o habitaciones de hoteles en un fin de semana o para las vacaciones de Semana Santa. Hasta ahora, este derroche de carpe diem se intentaba explicar por la tasa de ahorro acumulado durante la pandemia, pero de eso va a hacer ya tres años y no hay alcancía que aguante tanto. Seguramente, el personal ya se ha gastado lo acumulado en el confinamiento y lo no acumulado también. El miedo a que se repita una situación similar, la incertidumbre derivada de la guerra en Ucrania, las malas noticias generalizadas y la ansiedad que afecta a toda la sociedad, han llevado a una visión de la vida mucho más en clave de cigarra que de hormiga. Frente al no saber qué va a pasar, la gente se ha lanzado a disfrutar a todo gas por si un día ya no puede viajar, comer, beber o darse un capricho. Es tiempo de gratificaciones instantáneas y de vivir el presente, por aquello de que es lo único sobre lo que tenemos un mínimo control. El futuro se presenta en general incierto y poco confiable. Los cuatro duros que cada cual tenga guardados se gastan en el momento actual y no se depositan en el banco. Las entidades aseguran que hay gente que vive a crédito permanente y que la tasa de ahorro se desploma mes a mes. No se trata, desde luego, de una situación deseable, pero es la que define un tiempo vital colectivo instalado plenamente en el aquí y ahora. Por el momento, no hay más.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.