Fiel a su ensoñación de una gloria imposible, el ínclito Carles Puigdemont acaricia la idea de encabezar el gobierno de la Generalitat de Cataluña tras las elecciones, y para ello pretende una abstención, en su hipotética investidura, del PSC, formación que ha ganado inapelablemente en ... las urnas, y, al mismo tiempo, el apoyo de ERC. Esto es lo que hoy pasa por su cabeza para no afrontar la realidad anunciada por él mismo hace algunas semanas cuando afirmó que si no lograba ser presidente se iría a su casa porque no contemplaba otra opción que la de ocupar la Casa dels Canonges.
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Tal y como dicen los jóvenes, «va a ser que no». La situación que colmaría sus expectativas dista mucho de la tozuda realidad que el huido prefiere no ver, un escenario en el que los socialistas no pueden facilitar su acceso a la presidencia sin traicionar su propio relato y a sus votantes, en la misma medida que Esquerra Republicana de Catalunya tampoco puede votar a su enemigo intimo sin firmar el inicio de su desaparición en la politica catalana. La fotografía obtenida en la consulta del domingo 12 de mayo es tan nítida como contundente, las fuerzas independentistas no suman y eso conjura la posibilidad de repetir el 'raca-raca' del 'procés' y toda la parafernalia que ha llevado aparejada estos últimos años. Los políticos indultados, y próximamente amnistiados por el Gobierno, han logrado concitar el hartazgo evidente de los ciudadanos de Cataluña que les han colocado en su sitio por procedimientos impecablemente democráticos.
Llegados a este punto, conviene no confundir las cosas ni engañarse poniendo por delante los deseos a la realidad: una cosa es que el 'procés' esté amortizado y otra muy diferente que el sentimiento independentista haya desaparecido de la faz catalana. En ningún caso. La pretensión de una Cataluña separada de España es absolutamente legitima, pero en esa decisión debemos de participar todos; los catalanes, por supuesto, y el resto de españoles también. Viendo las encuestas que algunos institutos demoscópicos han realizado en este tiempo, se comprueba hasta que punto los 'indepes' han jugado con los sentimientos y la absoluta desinformación de algunos de sus partidarios. Analizando las respuestas se observa que la inmensa mayoría piensa que es absolutamente posible conjugar una Cataluña como nación propia dentro de la Unión Europea. Quizá nadie les ha avisado de que lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. Tampoco de que tendrían que acuñar moneda propia, disponer de fuerzas y cuerpos de defensa y, ya puestos, pagar las pensiones porque la Tesoreria de la Seguridad Social se iba a desentender rápidamente de ellas. Y luego, despues de todo eso, ponerse en lista de espera para llamar a las puertas de Bruselas con la pretensión de entrar en la Unión de aqui a muchísimos años, quizá tras el acceso nunca consumado de Turquía.
La posibilidad de un bloqueo que imposibilite la constitución de un nuevo Govern en Cataluña es tan real como posible, pero salvo Puigdemont nadie apuesta por esa posibilidad. El PSC sabe que volver a echar los dados es una situación de riesgo para ellos despues de los resultados obtenidos, y ERC es consciente de que el batacazo sufrido puede resultar corregido y aumentado en una nueva cita electoral. El ambiente ha cambiado y parece propiciar un aire más respirable en Cataluña. Como me dice José Juan Toharia, presidente de Metroscopia: «En los sondeos sí se observa el deseo de celebración de un referéndum… pero para votar que no a la independencia».
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