Periodistas

Es un oficio, siempre se dice, vocacional, cuestión que se suele traducir por horas de más y sueldo de menos. Una adhesión a lo profesional que juega en contra de la conciliación con la pareja o la familia y a favor de la estadística de divorcios.

Hay una definición de periodismo, sin embargo, que la aprendes en el médico. Cuando después de una ristra de preguntas concluye que esa diabetes tipo 2 es producto de ese estrés que manejas. O en el dentista, que extrañado por dos fracturas molares en pocos meses te pregunta si tienes estrés. Supongo que la tercera fase de esta serie sanitaria por entregas será el psicólogo. Por estrés, claro.

Lo peor es comprobar que alrededor, en este ecosistema endogámico en el que los periodistas nos movemos, no es un mal aislado. Muchos compañeros que tratan de hacer su trabajo con profesionalidad sufren las presiones de unos y otros, cuando no las amenazas, y condiciones precarias. Y los insultos en redes sociales por esos 'trolls' que tanto abundan. Algunos acaban por dejar el oficio que les enamoró para intentar ganar a cambio una vida. «Sin periodismo no hay democracia», tuiteamos el día del patrón. Pues sin defender a los periodistas, a los de verdad, no hay periodismo. Completen ustedes el silogismo.