Marlaska el flojo

Pues es sencillo. Nada. Nada de nada. Dicho en idioma de cincuentón, «si bebesss, no conduzcasss». Para los mayores-menores de edad que empiezan a sacarse el carné: «Si vas a putoconducir, no putobebas».

Debería de ser un mensaje universal e inequívoco. Alcohol y conducción son incompatibles desde el primer sorbo. ¿Acaso crees, querido émulo de Fernando Alonso con un Seat León pagado en 36 cuotas baratas y un cuotón final que sabes que vas a dividir en otras 60 cuotas más, que alguien con tu aptitud para mantener la atención y con los puntos de carné metidos en un vaivén de restas y sumas, multa va, multa viene, acaso crees, digo, que esa capacidad no se va a ver mermada por una copita o tres cervezas? O tú, querido compañero de generación que después de la comida a duras penas soportas esa modorra que te pide sofá, ¿en serio crees que una comida con aperitivo cervecero y vino tinto de primero y chupito de poste no te va a afectar cuando cojas tu coche con demasiados caballos para galopar por una ciudad repleta de patinetes invisibles?

El 0,0 al volante debería ser ley grabada en piedra, inamovible e inapelable. Porque pasar de 0,0 solo es posible si bebes de modo voluntario. Y eso, si vas a coger el coche, es el comienzo de una imprudencia grave.