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Salen los dos con su peinado con gomina y su sonrisa engañaprimos y de pronto el cliente, que buscaba tener una casa más habitable, dice aquello de «sí, sí, concepto abierto». CagonlosScott y su formidable negocio archimillonario. Así os recete un médico que tengáis que ... cocer lombarda todos los días en una de vuestras cocinas-salón sin tabiques. Que te hacen ver que la pared es demodé, que para qué quieres los fogones separados del resto de la casa, que es todo más cool y más chachitrendy si duermes en el mismo sitio en el que cocinas, ves la tele y trabajas.

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Lo peor de estos gemelos de la ñapa es que han encontrado una legión de seguidores entre los arquitectos, diseñadores y constructores de pisos patrios. Los mismos que nos hicieron creer que «altas calidades» son el gotelé o las paredes de pladur andan ahora empeñados en hacernos comulgar con el salón con aroma a fritanga y las habitaciones de menos de 9 metros cuadrados. Es lo que te topas si zascandileas un poco por los planos de muchas de las promociones de pisos a precio de mansión con hipotecas para toda la vida.

Que es el precio, sí. Pero también, entre las raíces del problema de la vivienda, está el qué tipo de vivienda construimos y dónde. Si es confortable sin tener que pagar otra hipoteca energética; si puedes hablar sin que la tos del vecino te interrumpa; si tienes espacio para criar a tus hijos. Hace unas décadas, la normativa obligó a que todos los pisos de cuatro alturas tuvieran ascensor. ¿Saben qué pasó? La respuesta la tienen en la Rondilla o en Delicias. No, no es cuqui oler a torrezno o estar más holgado en la terraza que en tu habitación. Vivienda, sí. A precio adecuado, sí. Y con habitabilidad y confort, también. Abajo los gemeliers.

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