No me imagino a quién se le ocurrió hacer de Bruselas la capital de la tan traída Unión Europea, una ciudad tan problemática…y tan triste ¿Por qué no Amberes o Venecia? … Sin la simpatía de Estrasburgo o la divertida y original Amsterdam, ya independizada ... hace mucho de los antiguos Países Bajos… Pero ¿por qué no Lisboa o Nápoles con sus culturas milenarias?
Mal clima. aburrida, enrarecida por las constantes luchas entre francoparlantes y los dialectos germánicos costeros, Bruselas para el siglo XX no era evidentemente la mejor decisión. Aun habiendo sido ya capital antigua neerlandesa y con su evidente inflación de palacios, plazas y suntuosos edificios más la herencia paterna de aquel joven Carlos, Primero de España y Quinto de Alemania, un muchacho flamenco que a sus 16 años no estaba nada mal; porque por vía materna le había venido simultáneamente un poder absoluto sobre Castilla y Aragón más las 'recientes' adquisiciones asociadas de Nueva España y Perú cuyas minas estaban suministrando la mejor plata vista hasta entonces en el Viejo Continente.
Todavía hoy la histórica ciudad de Potosí (Imperial Ciudad) ostenta rodeando el escudo de armas del joven Carlos la inscripción «Iste excelsus mons et argenteus urbem debelare valent universus»… («Este noble y argénteo monte son una revelación para el mundo», o algo parecido…). Son las armas de sus abuelos Fernando e Isabel, unos Reyes sin faltarles de nada, con sus castillos, leones y columnas de Hércules con su «Plus ultra», que ahora además añaden al Cerro Rico en el escudo de Potosí – en curiosa precisión geográfica - un pequeño círculo central partido, iluminado por el implacable sol de las alturas. Desde luego, al escudo potoseño todavía le faltarían el yugo y las flechas joseantonianas que le añadiría pasados muchos años el famoso General Franco, aunque ya sin el circulito del monte boliviano. ¡Que más hubiera querido el circunspecto y listo General …!
Todavía hoy lleva añadida el escudo de Potosí otra leyenda latina, ideada por su sucesor Felipe II o sus preceptores latinistas. Fue presentado en Arequipa solemnemente por el Virrey Francisco de Toledo, habiéndose perdido en el viaje algunas incorrecciones en el texto que perduran hoy hasta en las jarras de cerveza de buen zinc y bonita forma barroca que se ven en Potosí. Una de ellas me la regalaron en un concierto que di en el Club Internacional de la ciudad. Con su ostentoso escudo imperial aunque haya llovido mucho desde el siglo XVI…, por no contar el anecdotario de aquel 'histórico' concierto sobre un viejo 'Bechstein', todavía (y algo desdibujado) portador en su caja armónica de un escudo de «proveedor de la Real Casa» de Prusia, un anecdotario que podría bien haber aspirado al Nobel de Literatura. Me conformo con seguir usándola silenciosamente para tomar mi cerveza en ella después de más de 30 años…
La cosa es que aquel despoblado minero a 4.200 metros de altura había ido creciendo espectacularmente, llegando a tener Catedral, importantes Conventos y una monumental Casa de la Moneda propia, con su noria gigantesca movida por mulos para las acuñaciones, ambos lugares buenos conocidos míos de otros viajes.
Volviendo a Carlos I, a los pocos años de la Corona de España (1539) tuvo la fortuna de perder a su abuelo paterno Maximiliano, a la cabeza del Imperio de los Habsburgo austríacos, a cuya sucesión aspiró. Tenía como contrincante, nada menos que al apuesto Francisco I de Francia, para lo que hicieron falta bastantes carretadas de plata potoseña, más otras tantas de muchas cosechas de ciudades castellanas y de banqueros alemanes, para ir pagando las deudas por el voto de los Príncipes Electores, es decir, por la compra o soborno de los votantes.
No solo había salido elegido ampliamente, sino que, aparte de ser coronado Emperador por el Papa en Bolonia, además, su preceptor y maestro desde la infancia, Adriaan Floriszoon Boeyens, ya cardenal de Utrecht y capitán general del Ejército Imperial en la guerra de las Comunidades de Castilla, sería elegido Papa (Adriano VI). Por supuesto, sin ir al Cónclave. Eso son biografías.
La historia del rey-emperador, aparece muy envuelta en la plata americana cuando el mismo 'descubridor' oficial de la mina (antiguo combatiente en los Tercios de Flandes, un caballero de nombre Juan Villarroel), decidió en 1545, de acuerdo con el Justicia de Chuquisaca, inscribir oficialmente a nombre de 65 oficiales españoles la montaña milagrosa de Potosí. Villarroel mismo apareció en Ulm trayendo para don Carlos una serie de sacos con 12.000 marcos del extraordinario metal, otorgando éste inmediatamente a la bendita ciudad de las alturas, el escudo y título heráldico correspondiente. Pocos meses antes de la batalla de Mühlberg, en la difícil Guerra de Esmalcalda, no le vino la plata nada mal a su majestad, que hizo de ella una de sus mayores victorias, inmortalizada por un joven veneciano protegido de la Casa: Tiziano.
El contingente español, comandado por el experto duque de Alba, con el refuerzo considerable de los lasquenetes o mercenarios especializados, fortalecieron de momento la posición imperial frente al nuevo enemigo –el Protestantismo– otra sublevación nacionalista por los 'impuestos' o venta de Indulgencias de Roma. Empezaba la encuadernación de la verdadera Historia Moderna con las rivalidades 'filosóficas' tras las realidades partidistas, comerciales y… (por debajo o por encima de todo) el dinero.
A pesar de Potosí, y agotado y derrotado el césar por una vida tan azarosa, abdicaría ceremoniosamente en la Gran Plaza de Bruselas en favor de su hijo Felipe que, el pobre… al no saber francés, tuvo que ser traducido por el culto duque de Alba. Pero el joven rey, muy suelto en latines y simbologías, sí añadió pronto otra inscripción latina al segundo escudo de armas de Potosí de 1557 y enriquecido con el Toisón de Oro, pero aún habría un tercero… Ahora… ¡ninguno como el de Carlos V…!
Está visto que lo que hay que tener es abuelos ricos. Y, pero, por favor, después de todo, señores de la Unión Europea, piénsense mejor lo de Bruselas, que es un sitio bastante triste. Y aburrido… Quizá todavía se esté a tiempo…
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