10 años y 500 páginas

Recuerdo que era domingo con sol el primer día que me compré; aún existía la BlackBerry. Aquellas primeras prosas eran oscuras porque era niño feliz; con la edad me fui aclarando y porque no conviene darle al lector una retahíla de sombras. Por aquí hemos despedido a Luis Aragonés y a Manolo Alcántara, hemos confiado en el Hombre y en la Ciencia en plena pandemia, mientras los ciervos entraban en la ciudad o en las instituciones.

En diez años, el pecho lleva canas, pero el papel de domingo permanece como los primeros amores. En diez años se aprende a ser domingo, pensarse en lector de domingo y en qué quiere ese lector de domingo que se le cuente. He subido, como Unamuno, a los puertos de Palencia y de Segovia, y me he bañado en los ríos augustos de Castilla. El balance de esta primera década es positivo. He sentido por primera el calor vez una casa de palabras, y que el periodismo literario arropa del helor de ahí afuera.

Casi 500 páginas de alguien que amó y amará esta tierra como la más suya.