Esos sospechosos habituales
Carta del director ·
«La sociedad contemporánea está llevándonos constantemente a que elijamos ser felices y no libres, un falso dilema en el que la información y el criterio se convierten en irrelevantes»Carta del director ·
«La sociedad contemporánea está llevándonos constantemente a que elijamos ser felices y no libres, un falso dilema en el que la información y el criterio se convierten en irrelevantes»La periodista Marta García Aller estuvo el miércoles en Valladolid, presentó en el hotel Gareus su libro 'Años de perro' y le dijo a Jesús Bombín que «el mayor riesgo de la epidemia de desinformación no es que nos creamos las mentiras, sino que ... ni siquiera nos creamos lo que es verdad».
Publicidad
Un día antes, un servidor había conversado con alguien que conoce la historia de El Norte de Castilla como la palma de su mano, Alejandro Royo-Villanova. Más de cincuenta años fue presidente de nuestro consejo de administración. Vino a Valladolid y, de paso, se acercó al periódico para tomarse un café conmigo. Charlamos un rato. Me preguntó por nuestro trabajo. Me transmitió sus inquietudes porque tiene la percepción de que la prensa no logra atender ni aportar valor a la opinión pública como lo hacía en otras épocas.
En efecto. Su diagnóstico, que tratamos de compensar y corregir con un ejercicio acuciante de adaptación y resiliencia, sucede por muchos motivos, le dije. Tecnológicos, culturales, económicos, comerciales… Pero sostengo que, fundamentalmente, por dos. Por uno de tipo práctico, uno que García Aller identificaba perfectamente en ese análisis antes anotado: no nos creemos ni lo que es verdad. Y por otro motivo de rango mucho más profundo, más esencial, de largo alcance y viejo como los mares; uno que, en el presente, se despliega a lo largo y ancho de todas las facetas de la vida, no solo la periodística, con enorme velocidad: que la sociedad contemporánea está llevándonos constantemente a que elijamos ser felices y no libres. La verdad es que, sea lo que sea que propicia esta decisión, lo está consiguiendo. Primero está logrando que, erróneamente, aceptemos semejante dicotomía, que ambas cosas son incompatibles. Y segundo, que optemos por la primera y desdeñemos la segunda.
A raíz de mi conversación con Alejandro, sucedieron dos cosas. Una, que durante ella hablamos de un editorial publicado por El Norte en 1974 en el que se le pedía a Franco que se hiciera a un lado, todavía en vida, para que Juan Carlos I pudiera ejercer sin los condicionantes de la provisionalidad que marcaba la salud del Generalísimo. Alejandro lo recordaba por su gran importancia, pues fue el único medio que en aquella época se atrevió a plantear semejante cuestión. Arias Navarro, presidente del Gobierno, llamó varias veces a Pío Cabanillas, ministro de Información, para que propinara un duro correctivo al periódico. El cierre del rotativo como poco… La orden no pudo llevarla a efecto el demandado porque el texto de El Norte no trasladaba más de lo que, en palabras de Alejandro, pensaba casi todo el mundo, un sentir general.
Publicidad
Así que me quedé con el encargo de recuperarlo y leerlo en su totalidad. Y Enrique Berzal, que también conoce la historia de El Norte como nadie, no solo la de Castilla y León o Valladolid, me ayudó a rescatarlo de la hemeroteca. Lo escribió Fernando Altés, director en aquella fecha. Se titulaba «La interinidad del Príncipe en la Jefatura del Estado» y fue publicado en la primera página del ejemplar del 16 de agosto de 1974. Precio, ocho pesetas.
Entre otras cosas, aquel editorial, de una audacia rayana con la temeridad, decía: «Sin duda alguna, la opinión pública española se sentiría mucho más amparada y segura si el hecho sucesorio se llevara a cabo en vida misma del Jefe del Estado, de manera absolutamente plena, y el propio Príncipe podría hacer su propia política con sus propios hombres [...] El salvar ese aspecto es sumamente importante, hasta para el prestigio personal de quien va a regir mañana los destinos de España y, desde luego, para mostrar de manera fáctica e indiscutible para todos el camino de ese mañana». El 30 de julio del mismo año, me apuntó Berzal de paso, publicamos otro que bien pudiera servir hoy, literal: «Los Estados Unidos dan una lección», llevaba por título. Se refería a la caída de Nixon, elogiaba la sentencia del Supremo contra el presidente americano y defendía, recordemos el momento histórico en España, que «en los sistemas democráticos la elemental exigencia constitutiva de la democracia exige que la igualdad de derechos y responsabilidades de todos los ciudadanos esté asegurada por toda una serie de garantías legales muy concretas y que se ponen en movimiento con mayor potencia cuando se trata de los abusos de poder. La democracia mira, en resumidas cuentas, al poder con cierto recelo por la sencilla razón de que la condición humana es débil y se aferra a él tanto como de él pueda servirse». Como nos canta Viva Suecia, «no hemos aprendido nada».
Publicidad
La segunda cosa que sucedió es que me quedé rebuscando ideas, libros, ensayos, discursos, aforismos sobre ese falso dilema entre libertad y felicidad. Porque claro, si uno decide ser feliz y no libre, y además decide que ser libre no es necesario para ser feliz, entonces la verdad, la mentira, el criterio, la pura información o conocimiento de los hechos se convierten en mero decorado, bisutería intelectual. ¿Para qué saber, para qué enterarse, para qué empatizar, para qué informarme, leer, intentar entender, argumentar, si lo que importa es una felicidad ceñida al yo, al bienestar material, a la paz anímica y de conciencia –no vaya a ser que esté equivocado–, al confortable sillón de quienes consideran que todo son derechos y no existen ni deberes ni responsabilidades?
Tras ese menudeo de palabras y análisis del bendito dilema, recomiendo un par de lecturas, por si el lector quiere descubrir hasta qué punto hoy sería necesario un activismo cívico que nos devuelva libertades, aunque no sean acolchadas. La del libro 'Nosotros', de Yevgueni Zamiatin, de 1920, inspiración de otras obras posteriores mucho más conocidas, como 'Un mundo feliz' y '1984'. En su primera página, esta distopía que en Rusia no se publicó hasta 1988, de incalculable valor literario, confronta ya dos expresiones de por sí esclarecedoras del problema, pues el protagonista elogia «el benéfico yugo de la razón» frente al «estado salvaje de la libertad». Esa 'razón' es, se deduce fácilmente, lo que deciden los algoritmos, la burocracia, los populismos solo empeñados en darnos pan y circo, etcétera. En China, por ejemplo, es lo que decide el Partido Comunista. En su vigésimo congreso, del año 2022, su secretario general, Xi Jinping, presidente del país, pronunció un largo discurso –mi segunda lectura recomendada– en el que solo una vez se menciona la palabra libertad. Pero en el que dijo, atención: «Los requisitos esenciales para la modernización de China son los siguientes: mantener el liderazgo del Partido Comunista de China y el socialismo con características chinas, procurar un desarrollo de alta calidad, desarrollar la plena democracia popular, enriquecer la vida cultural del pueblo, lograr la prosperidad común para todos, promover la armonía entre la humanidad y la naturaleza, construir una comunidad humana con un futuro compartido y crear una nueva forma de progreso humano». El sexto requisito desarrollado es: «Garantizar que la población lleve una vida mejor y más feliz».
Publicidad
Lo que viene a mostrar Marta García con su libro, lo que me reivindicaba Alejandro Royo-Villanova, lo que nunca consentirán políticos tan empeñados en la felicidad de los ciudadanos como el presidente chino, es que la buena prensa, más necesaria que nunca, proporciona herramientas y cauces de libertad, diferencia la verdad de la mentira, selecciona y categoriza las verdades relevantes para distinguirlas de las insustanciales que desinforman. Por eso vivir en libertad no siempre es cómodo. A veces hay que decirle a un caudillo que llegó su hora. O a los poderosos, sospechosos habituales, que por defecto merecen estar bien vigilados…
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.