Luis Tudanca, esta semana en un pleno en Las Cortes de Castilla y León. EFE-NACHO GALLEGO
Opinión

El PSOE de Tudanca, el de Quijano y el de Sánchez

Carta del director ·

«En el PSOE actual, la Ejecutiva federal está alineada al ciento por ciento con Sánchez: la organización se ha sumido en un modelo marcado únicamente por las adhesiones y lealtades personales»

Ángel Ortiz

Valladolid

Domingo, 13 de octubre 2024, 08:16

Jesús Quijano fue secretario general del PSOE de Castilla y León durante una década, desde 1990 al año 2000. Entre medias se celebraron tres citas electorales autonómicas. Las ganó todas Juan José Lucas, del PP, aunque en la última, de 1999, no se impuso a ... Quijano, como hiciera en las de 1991 y 1995, sino a Jaime González. Sucedió así porque Quijano solo aceptó seguir en la secretaría general del PSOE de Castilla y León con la condición, cumplida, de no volver a presentarse como candidato a la Junta ni recibir, por ello, un nuevo varapalo en las urnas. Fue Jaime González quien lo sufrió. Por aquella época ya se sobreactuaba un poco delante de los micrófonos y El Norte de Castilla titulaba la reacción del político derrotado con una declaración llamativa, de todo menos premonitoria: «Es el principio del fin del Gobierno absolutista del PP en Castilla y León».

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Esa bicefalia, la de Quijano y González, fue posible porque se cumplían dos condiciones. La primera era que el líder orgánico del partido no quiso ser cabeza de cartel electoral. Y la segunda, que el cabeza de cartel no podía o no quería, o ambas cosas a la vez, ser secretario general.

Hoy la fórmula, siempre atípica y de difícil gestión, sería impracticable por muchas razones. La fractura abierta por Tudanca estos días ha puesto todo perdido de vísceras y sangre, a la vista de todo el mundo. El movimiento ha sido propio de quien no tiene mucho más que perder, a la desesperada.

Manual de resistencia

Sin embargo, no sería justo quedarse ahí. Lo sucedido en el seno del socialismo castellano y leonés merece un análisis frío de lo que hoy es el PSOE, de lo que ha hecho su secretario general en nuestra comunidad autónoma y de lo que ello tendrá como consecuencia, con toda probabilidad. Publicamos esta semana un reportaje en el que se comparaba lo que explica Pedro Sánchez en su libro 'Manual de resistencia' y el intento de Tudanca de replicar, con ejemplos concretos, aquel coraje que usó el actual presidente del Gobierno para doblar el brazo al aparato e imponerse a Susana Díaz y Patxi López en las primarias de 2017. Lo hizo armado casi únicamente con un peugeot y escasos apoyos: los de Óscar Puente, José Luis Ábalos, Adriana Lastra o el propio Luis Tudanca, entre otros.

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Pero el PSOE de nuestros días no es aquel PSOE. Ni parecido. Ni es lo mismo hacer eso en una capa de poder que no tiene otra por encima, es decir, la de la cúpula de Ferraz, que amotinarse contra el capitán escasamente pertrechado, es decir, con una pírrica victoria electoral que a la postre no logró transformarse en gobierno. Tampoco es lo mismo que el capitán sea jefe de la oposición que presidente del Gobierno. Ni es lo mismo que ese capitán sea un Jesús Quijano que un Pedro Sánchez: la noche y el día, vamos.

En el PSOE actual, la Ejecutiva federal está alineada al ciento por ciento con Sánchez y ello, unido al hecho de que la organización se ha sumido en un modelo marcado únicamente por las adhesiones y lealtades personales, no de proyectos políticos ni de ideas ni de ideologías, hace que la táctica de Tudanca resulte, más que valiente, suicida. Pedro Sánchez pudo vencer a Susana Díaz porque entonces quedaba algo de espacio para la cultura socialista de la sublevación o el berrinche indignado. Ahora no cabe ningún tipo de disidencia porque todo, liderazgos, listas, gobierno, leyes, el país entero, la lucha contra el terrorismo o la salud institucional de nuestra justicia (ni te cuento la elección del secretario general de Castilla y León), debe quedar sometido a la máxima de preservar la permanencia de Pedro Sánchez en la Moncloa. Está el PSOE como para debates internos… A García Page supongo que se lo consienten porque en Castilla-La Mancha gana de calle. Y para que haya una excepción que confirme la regla. Por nada más.

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Tras lo descrito anteriormente, cabe preguntarse si, después de lo visto y oído estos días, los ciento y pico socialistas que respaldaron la propuesta de Tudanca de esprintar con los plazos del congreso en Castilla y León votarían lo mismo. Yo sospecho que no. Corrijo: estoy seguro de que no votarían lo mismo. Y cuento en el cálculo con que todos los que respaldaron al político burgalés ese día lo hicieron avisados, o sea, tras escuchar las pegas planteadas previamente por Javier Izquierdo, voz del aparato federal.

Imagino que Luis Tudanca está buscando una salida decente, una que seguramente debió adoptar cuando, habiendo ganado las elecciones de 2019, no consiguió gobernar y desalojar al PP de la Junta. En aquello tuvo mucha culpa también Pedro Sánchez y su enconado enfrentamiento con Albert Rivera, pero lo cierto es que Luis Tudanca fracasó. Como fracasó después, en la moción de 2021. Haber usado el modelo de Quijano y González hubiese permitido una transición más natural. En estos momentos, sin embargo, algo así suena a ciencia ficción. ¿Qué candidato de Ferraz aceptaría a Tudanca como jefe del partido? ¿Qué jefe del partido designado por Ferraz aceptaría a Tudanca como futuro candidato en unas elecciones contra Mañueco?

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