Pleitos, reclusos y dibujos de gatos

Durante su visita, nuestro director de Relaciones Institucionales, Carlos Aganzo, y un servidor mantuvimos una entretenida charla de media hora con ellos en la hemeroteca. Preguntaron lo que les pareció sobre nuestro trabajo, nuestros desafíos, curiosidades… Lo que quisieron. Les preocupaba la censura, toda vez que ellos, como presidiarios, tienen muy limitadas sus comunicaciones y el acceso a la información. Aprovecharon para bromear con la queja de que en 'La Voz del Patio' no podían contar todo lo que querrían… Lógicamente. Pero eso no es censura, convenimos, sino las condiciones legales impuestas por la justicia en una institución en la que se cumplen condenas. Aganzo les contó que, durante la dictadura de Franco, cuando sí existía censura de verdad, en El Norte se publicaban a menudo pequeños dibujos de gatos para completar columnas y ocupar así los espacios que dejaban libres los textos censurados por el régimen. A los pocos días supimos, de los monitores y funcionarios que acompañaron a los internos, que ahora los redactores de 'La voz del Patio' están empeñados en poner fotos de gatos en algunas de las páginas de su próximo número.

También les preocupaba si en El Norte tenemos pleitos. Si los ganamos. Si llegamos a juicio en algunos de ellos. Todo lo relacionado con las sentencias supongo que es tendencia cuando hablamos de un público que se halla entre rejas. Preguntaron por los motivos. Les conté que últimamente ha aumentado la litigiosidad por el nuevo ecosistema informativo global y de acceso a la información permanente que han creado Internet y los buscadores. El derecho al olvido y la percepción subjetiva de que cualquier cosa publicada en web está expuesta a los ojos de todo el mundo en todo momento hacen que en ocasiones debamos defender nuestro trabajo, frente a los requerimientos de algunas personas, enfrentando esas reclamaciones a los derechos constitucionales a la libre expresión y de información. Ahí tenemos la inestimable ayuda de nuestro gabinete legal, que dirige José Vidau.

No obstante, en ocasiones nos llegan peticiones que lindan con el absurdo. Recuerdo que en noviembre del año pasado un artista de Valladolid que había expuesto en 2019 su obra en el Museo Patio Herreriano, Geray Mena, nos exigió que retiráramos sus datos, y por tanto las informaciones publicadas sobre aquella exposición, porque «no representan a la obra del artista ni al motivo original por el que fueron publicadas». Tardé varios minutos en parpadear cuando leí aquel correo electrónico.

Tanto o más asombroso fue el correo que nos envió Íñigo hace pocas semanas en relación con un suceso ocurrido en Nava del Rey. Había muerto un hombre golpeado por una vaca. Publicamos una foto de la vaca y este fue el mensaje: «Buenos días. No hay derecho a que estén buscando siempre la noticia. ¿No les da vergüenza tener que publicar una foto de la vaca que ha acabado con la vida de Manolo? Les pido que borren la foto inmediatamente». No borramos la foto. Y seguimos con la maldita manía de seguir buscando noticias.

En lo que va de año, para satisfacer la curiosidad de los redactores de La Voz del Patio y de todo aquel a quien pueda interesar, en El Norte hemos ganado los dos juicios que teníamos señalados, ambos procedimientos por presuntos delitos contra el derecho al honor. Además está lo de Koldo, que nos demandó por un artículo de opinión y perdió.

En el primero, por el que se nos reclamaban 60.000 euros, un vecino de Segovia nos acusaba de haber incurrido en una intromisión en su honor y la propia imagen al publicar, entre otras cosas, una foto en la que aparecía detenido acusado de causar un incendio en 2020 en La Granja. El fallo, que desestimó íntegra la demanda, aclaraba: «En el presente caso [...] se concluye que predomina el elemento informativo, pues El Norte de Castilla trató de comunicar hechos que eran susceptibles de contraste con datos objetivos pues consta aportada la nota de prensa de la Guardia Civil, así como datos sobre la investigación que se estaba llevando a cabo por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Segovia, de la que igualmente se hace eco la demandada, de forma tal que la información publicada es veraz, considerando ésta como datos obtenidos de fuentes oficiales».

En el segundo, del mes pasado, un vecino de Valladolid nos reclamó 10.000 euros porque habíamos publicado un reportaje con detalles de la vida privada del demandante, así como fotografías de su propia imagen y vivienda, sin su consentimiento. El fallo certificó que «existió consentimiento (si bien tácito), que el mismo no fue revocado antes de la publicación [...] y que la publicación (texto del artículo y fotografías) se ajustó al consentimiento otorgado, sin quebrarse la conexión entre la información personal que se recabó y las imágenes y el objetivo tolerado para el que fueron recogidas. Por tanto, no existió intromisión ilegítima en el derecho a la intimidad personal y a la propia imagen».