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El 8 de noviembre pasado, el intelectual italiano Massimo Borghessi, catedrático de Filosofía en la Universidad de Perugia, inauguró con una conferencia titulada 'De la globalización a la polarización' la cuadragésimo cuarta Jornada Social de España, organizada por la Conferencia Episcopal en Valladolid.
En la ... mañana de ese viernes tuve la oportunidad de conversar con él durante cuarenta minutos en la recepción del hotel Atrio. Nos acompañaba Juan Molina, párroco de Rueda, para ayudarnos en la traducción del italiano. Castillo le hizo unas fotos espectaculares.
Pensé que podría hacer una buena entrevista, pero no salió como imaginé. Lo que me dijo Borghessi, el modo como me lo dijo, al margen de lo que luego expresó en su intervención pública en el Museo Patio Herreriano, merece una exposición sin interrupciones. Porque como diagnóstico del mundo que llamamos civilizado, de lo que sucede en él, y por tanto también en este país, su discurso es diáfano, certero, directo, claro. Y mis preguntas, apenas un intento asustado, a veces ridículo, de motivarlo. Lo que sigue son sus palabras.
«Hoy es un momento traumático, trágico. Es el momento del maniqueísmo, la polarización extrema y el estrépito de la globalización». «Hemos pasado de la era de la globalización, que duró los años 80 y 90, al 11 de septiembre de 2001, con la caída de las Torres Gemelas, a la era del maniqueísmo, de la luz del bien contra el mal. Desde entonces nunca hemos salido de esta era maniquea, que hoy ha llegado a una polarización extrema. La guerra entre Ucrania y Rusia, Israel, Gaza, Líbano, son momentos dramáticos de esa tercera guerra mundial a partes iguales de la que habló el Papa Francisco, con el riesgo de que se convierta en una verdadera tercera guerra mundial». «La era de la globalización prometía la unidad de la humanidad bajo la primacía de la economía. Y en realidad ha creado una enorme tecnocracia que se manifiesta hoy en su expresión más poderosa: el hecho de que la victoria del presidente Trump fuese acompañada por Elon Musk significa que esta es la nueva era de la tecnocracia. O mejor dicho, que la identidad (lo que somos) hoy está vinculada a la primacía de la tecnocracia. Esta cuestión creará una división cada vez más radical entre los países ricos y avanzados y los países pobres, que ya no podrán alcanzar a los países ricos. Creará una división aún mayor entre ricos y pobres. Entre los que tienen el conocimiento y los que no tienen el conocimiento. Entre los que tienen las habilidades técnicas y los que no tienen las habilidades técnicas. Creará también una división en el campo de la guerra y la industria militar. Así que nos enfrentamos a un enorme problema porque parece que el populismo ha ganado en Estados Unidos, en Europa del Este. Pero en realidad el modelo cada vez más exitoso es el de la tecnocracia. Y esto plantea un problema universal que va más allá de los alineamientos entre derecha e izquierda. Gana Elon Musk».
Estos días hemos conocido que periódicos como The Guardian o La Vanguardia dejarán de compartir contenido en X, la red social de Musk. Pero también lo que publicó el New York Times el jueves: «El presidente electo Donald Trump recurre a dos empresarios ricos: el propietario de una plataforma de redes sociales que inventa naves espaciales y un ex ejecutivo farmacéutico que una vez fue uno de tus rivales presidenciales. Trump dijo que Elon Musk y Vivek Ramaswamy liderarán lo que él llamó el Departamento de Eficiencia Gubernamental. Será, dijo, un gobierno más pequeño, con más eficiencia y menos burocracia, será el regalo perfecto para los Estados Unidos en el 250 aniversario de la Declaración de la Independencia». Como es fácil de comprobar, Borghessi atinaba así con su análisis varios días antes de esta decisión de Trump.
Continuaba: «Se trata, pues, de un problema que va más allá del contraste entre derecha e izquierda. Porque izquierda e izquierda son opuestas, pero en realidad están subordinadas al modelo tecnocrático. Porque incluso la izquierda está subordinada al modelo tecnocrático». «La izquierda ha perdido en EE UU porque ya no interpretaba los problemas del pueblo, los problemas sociales. Porque sólo se ocupaba de los derechos y prerrogativas individuales».
«La cultura woke impulsó a la gente hacia la derecha. Esto permitió la victoria de Trump en Estados Unidos. Una élite moral. Una élite modernista que constantemente juzga desde el punto de vista moral cuál es el bien y cuál el mal. La gran mayoría de la gente no son profesores, no son estudiantes, no son grandes lectores de Hegel o de cualquier filosofía. Estamos ante una nueva moral que contrasta con la moral tradicional del pueblo y este contraste efectivamente ha ayudado a la derecha».
Abordó también el contexto sociopolítico y económico de Europa. «La crisis que vive actualmente la Unión Europea depende de varios factores. El primero es económico. Alemania debe cambiar su modelo, no puede imponer su modelo de rigor a toda Europa. Luego está el problema de la guerra de Ucrania contra Rusia. Europa ha sido incapaz de actuar como mediadora de paz. La responsabilidad es de Putin, sin embargo Europa podría haber encontrado una solución entre Estados Unidos y Rusia. No lo ha hecho. Ahora se verán obligados a hacerlo porque aparentemente la presidencia de Trump quiere encontrar una solución. El tercer problema es un problema de la cultura europea, la cultura woke en Europa favorece a la derecha». «Ahora Europa sólo puede fundarse en la solidaridad entre los estados que la componen. Ello requiere una política económica diferente. La izquierda ha guardado silencio sobre este tema».
Y lógicamente hablamos de la Iglesia, ámbito que domina, entre otros motivos, por su bibliografía relacionada con el Papa Francisco, de quien ha publicado más de un libro. «La Iglesia no debe ser ni de derechas ni de izquierdas. Debe ser de la Iglesia. La tarea principal de la Iglesia es anunciar a Cristo a todos. Y esto no siempre está claro. Porque incluso la Iglesia en condiciones de debilidad se ve tentada a contar con apoyo político. Pero digo esto, si la izquierda solo insiste en el aborto, en el género y demás, regala la Iglesia a la derecha. La izquierda, si quiere tener futuro, debe encontrar un diálogo con los componentes religiosos de la sociedad. Porque la izquierda se funda en la idea de solidaridad. Pero hoy vivimos en una época de individualismo tecnocrático extremo. La izquierda no tiene futuro si no dialoga con componentes sociales solidarios. Y en este mundo la Iglesia es el principal factor de solidaridad entre los pueblos. ¿Por qué la izquierda no habla con el Papa? El Papa en este momento es quien invita a todo el pueblo a la solidaridad. Lo que invita a la solidaridad con los pobres, con los componentes sociales más débiles. Son temas amplios que invitan al tema de la paz. Él es el único verdadero líder político y moral mundial que pide la paz mundial. ¿No era este un tema de izquierda? El Papa no existe para la izquierda en Italia. Esto es miopía política. Falta inteligencia política. La izquierda tendrá futuro si dialoga con las realidades cristianas y religiosas de Europa. Porque la ética de la solidaridad no se sostiene en una sociedad neocapitalista, tecnocrática y liberal. Así que sólo si la izquierda dialoga con la Iglesia, y no con la cultura woke, podrá encontrar un apoyo, una referencia entre la gente». «La Iglesia debe criticar los particularismos nacionalistas y egoístas. Debe anunciar abiertamente el contenido del Evangelio, por tanto la solidaridad, la apertura, la acogida, todos los valores sociales de solidaridad que surgen del Evangelio. Este es su mensaje. Y esto está dirigido a la izquierda y a la derecha. Entonces depende de la izquierda o la derecha si quieren escuchar este mensaje o no. Creo que la Iglesia debe ser libre, no debe tomar partido». «La Iglesia debe ser clara en el respeto a la democracia. No debe, por así decirlo, sentir nostalgia por un modelo autoritario. Pero no debe optar por un partido contra el otro. Puede que le gusten algunos candidatos que tienen un programa propio, pero debe seguir siendo libre porque la tarea de la Iglesia es el mensaje cristiano. El error del franquismo no debe repetirse, no, no, no, no. La Iglesia no es la derecha. La Iglesia es la Iglesia del Papa Francisco. Es una Iglesia que habla a todos. Entonces, algunas personas lo buscarán y otras no. Sin embargo, la Iglesia debe permanecer firme en su propuesta, que es, en este momento, una propuesta de solidaridad y de paz. El mensaje de la Iglesia es solidaridad y paz en un mundo dividido».
¿Qué sucede en España? Sin entrar en detalles, y con la perspectiva de quien nos observa desde fuera, su tesis es simple: «El problema de España, visto desde Italia, es que Italia tenía una democracia cristiana y España no. En Italia la democracia cristiana fue el partido de la mediación. En España el problema es el clericalismo por un lado y el anticlericalismo por el otro. España aún no ha salido de la época de Franco, culturalmente quiero decir. Necesitamos una revolución cultural, incluso en el ámbito secular, incluso en el católico. Este es el gran problema cultural de España, que todavía se vive en la era posfranquista».
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