Uno de las firmas nacionales de más prestigo de El Norte de Castilla es la de Diego Carcedo. Publica en nuestras páginas cada quince días. Además de un gran periodista, veterano, testigo directo y privilegiado de la actualidad de este país en el último ... medio siglo, Carcedo es el presidente de la APE (Asociación de Periodistas Europeos). Esta semana, la APE entregó el premio Francisco Cerecedo, en su cuarenta edición, a Carlos Alsina. Como siempre, el acto se celebró en presencia de sus majestades, los Reyes de España.
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El galardón, dotado con 24.000 euros, lo han recibido profesionales de la talla de Pepa Bueno, Juan Cueto, Maruja Torres, Claudio Magris, Rubén Amón, Zarzalejos, Antonio Tabucchi o Soledad Gallego-Díaz. Se concede para «destacar aquellas trayectorias personales o aquellos trabajos periodísticos, escritos, radiados o televisados, que merezcan ese honor por su talento, originalidad, capacidad de transgredir las presiones e influencias de los poderes e impulso a la libertad de expresión», rezan las bases.
Rescato esta cita anual con el buen periodismo para poner de relieve algunas de las perlas que dejó dichas Alsina, director de las mañanas informativas de Onda Cero, en su discurso. Hizo referencia a Wellington, a Kennedy, a Trump, a la batalla de Waterloo, a Martin Baron, exdirector del Post… Y lo mejor, parafraseó a Orson Welles en el guion de 'Sed de mal': «Todo esto es tan antiguo que hoy resulta nuevo». Porque es lo que nos pasa a los periodistas. Tantos años practicando una defensa a ultranza del valor de los hechos frente a lo opinable, lo versionado, lo manipulado, que ahora, cuando vemos con qué facilidad se cambia lo cierto por lo falso, nos llevamos las manos a la cabeza y escuchamos cómo algunos nos quieren descubrir la importancia crítica de la verdad como cimiento y sostén de todo debate libre, crítico, provechoso… Y democrático.
Dijo Alsina: «Los argumentos ceden espacio a las creencias, las emociones y los impulsos. Te dicen: puede que no sea así, pero yo así lo siento. No intentes confundirme con los hechos, yo creo en lo que creo. En el mundo gobernado por la religión política mandan los símbolos, se cultivan los mitos y velan sus armas los caudillos. (Esta frase es de Cerecedo, 1977). A la política travestida en religión no le basta con la pugna racional entre opciones distintas, requiere de estar librando cada día un combate terrible entre el bien y el mal, los inmaculados frente los turbios, la salvación frente a las tinieblas. O en términos bíblicos, tan propios de estos tiempos de evangelización agotadora, las fuerzas de la luz contra el ejército tenebroso del caos. Ave-maría-purísima. Cabalga la virgen de Covadonga. Vivimos tiempos de dogmas, bulas (bulos) y excomuniones. Siempre hay alguien mandando callar».
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Qué razón tiene. Basta comprobar la frialdad y devesgüenza con que el presidente Sánchez reconoce, por enésima vez, que solo el resultado de unas elecciones, su necesidad de ser presidente, el muro contra las derechas, le llevan a convertir en pocas semanas un hecho imposible, como la amnistía, en una virtud que todos acabaremos agradeciendo. Le faltó compararla con la ley anti tabaco, pero todo se andará. La realidad, el hecho cierto, es que con cada declaración de Sánchez y sus ministros en ese sentido se aprieta otro tornillo más de una certeza: lo que se ha concedido al independentismo, verificador incluido, es en sí mismo un error insoportable.
Esta semana también se entregaron los premios Francisco de Cossio. Trabajos publicados en El Norte de Castilla recibieron galardones. Y allí se habló de la importancia del periodismo, los periodistas, los medios de comunicación y su labor en democracia. Cada día cuesta más, en un clima de extrema polarización creciente, abrir hueco a las dudas, a la tolerancia, a la disidencia... Se hace muy incómodo.
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En relación con la incomodidad del oficio, por los enemigos que crea su honrado desempeño, encajaría también el siguiente coloquio de la serie 'The Crown' entre la Reina Isabel y la primera ministra Margaret Thatcher:
Reina Isabel: Es un error presuponer que porque alguien sea privilegiado carezca de agallas. Y es un juego peligroso hacer enemigos a izquierda, derecha y centro.
Margaret Thatcher: No si una se siente cómoda teniendo enemigos.
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Reina Isabel: ¿Usted sí?
Thatcher: Desde luego. Inspirada en las palabras del poeta escocés Charles MacKay: «¿No tienes enemigos, dices? Una pena, amigo mío: ese alarde es vano. Aquel que participa en la refriega del deber, que los valientes soportan, debería haber hecho enemigos. Si no los tienes, pequeño es entonces el trabajo que has hecho. Si a ningún traidor has escarmentado, si ningún zafio patán te ha calumniado, si ningún entuerto has enderezado, entonces... has sido un cobarde redomado».
Pues eso. Seguiremos provocando las calumnias de patanes.
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