Llegó un momento en que dudé. Porque hubo quien casi me convenció de que Luis Tudanca plantaría de verdad cara a Ferraz, que hasta podría doblarle el brazo. Ojo. Y porque vivimos en este mágico presente de los imposibles... A pesar de todo, siempre he ... creído en lo que publiqué en octubre pasado. Que lo del burgalés contra el presidente del Gobierno era un suicidio en diferido: «Pedro Sánchez –aseguraba entonces– pudo vencer a Susana Díaz porque entonces quedaba algo de espacio para la cultura socialista de la sublevación o el berrinche indignado. Ahora no cabe ningún tipo de disidencia porque todo, liderazgos, listas, gobierno, leyes, el país entero, la lucha contra el terrorismo o la salud institucional de nuestra justicia (ni te cuento la elección del secretario general de Castilla y León), debe quedar sometido a la máxima de preservar la permanencia de Pedro Sánchez en la Moncloa». Y es por eso, no solamente, aunque también, por lo que Carlos Martínez, el alcalde de Soria, será finalmente quien se haga cargo del PSOE de Castilla y León. Porque Sánchez no quería ver a Tudanca ni en pintura. Porque no podía conceder la posibilidad de que, en unas primarias inciertas, las bases le auparan en un nuevo mandato.
La primera idea que sugiere todo lo sucedido, dicho y silenciado las últimas semanas es que el político saliente, en su última derrota, ejerció nuevamente de «secretario general que no líder», como sostenía Foces. Mucho arroz para tan poco pollo. Y la segunda, que Martínez, con varias mayorías absolutas en su haber, no quiso, al modo de Núñez Feijóo, someterse al tedioso proceso de disputar el puesto con otras candidaturas. Así es. «Cada inicio conlleva su fatalidad», escribe Litvinova en 'Luciérnaga', el último Premio Lumen de novela. Y la fatalidad de Martínez es el dedazo divino de Pedro Sánchez que lo ha elegido, no han sido las bases. Se oponga como se oponga…
Miremos pues al futuro, que es Martínez. Seguí con atención su rueda de prensa del miércoles y observé algunas disonancias. Por un lado, el soriano destacó las «grandes desigualdades» territoriales que existen en el mapa de Castilla y León. Por eso «pisará territorio», dijo. El plan, aunque se ejecute gracias a la participación de más protagonistas, un equipo en el que el alcalde de León ha pedido un peso equivalente al de su agrupación, exigirá una implicación mayúscula por su parte. Por eso debería olvidarse de su alcaldía. Por los sorianos y por los otros más de dos millones de castellanos y leoneses que no viven en Soria.
Él, sin embargo, ha dicho que solo dejará el bastón de mando cuando sea presidente de la Junta. En realidad no podrá ser así, pues si accediera a un acta de procurador, sea o no para presidir la Junta, antes debería dejar de ser concejal y diputado provincial. Por lo demás, todo el tiempo que conserve su puesto servirá para anular, de raíz, cualquier crítica que le haga su compañero Pedro Herrero al alcalde de Valladolid por ser senador y alcalde. ¡La que le cayó a Jesús Julio Carnero hasta que no dejó la Consejería de Presidencia antes de las elecciones municipales! Resumiendo, que la sucesión en la Alcaldía de Soria tendrá que prepararla cuanto antes. Insisto, se oponga como se oponga… Igual es pronto y en ese sentido conviene dosificarse en la paciencia, a la que somos muy poco dados los periodistas, pero Carlos Martínez acabará cayendo del guindo tarde o temprano. Y comprenderá que su sorianismo, más allá de un buen o mal ejemplo de socialismo exitoso, puede convertirse en un serio obstáculo si lo que quiere es que toda Castilla y León le dé la llave del Colegio de la Asunción.
Otra disonancia, algo relacionada con la anterior, es esa tonalidad anti vallisoletana y contracentralista que desplegó desde el atril de la sede del partido. Habló de la «villa y corte», tranquilizó al público allí presente, que no se trasladará a Valladolid, calma… Pues bien, en Soria, León, Burgos, Salamanca o Palencia, digamos, algo así puede sumar. Pero Valladolid por población es casi el 25% de toda la comunidad y en ella se eligen 15 de los 81 procuradores, el triple que en Soria. Tudanca sacó 6 escaños en 2019 y ganó al PP en su mejor resultado, pero no fue suficiente para gobernar. Si Martínez se conforma con el voto cautivo socialista que tenga en cada provincia, si se quedara anclado en el perfil localista de una especie de 'candidato torrezno', si no supera pronto el simplismo de que todos los males de León y Castilla proceden de la capital del Pisuerga, entonces ni unidad, ni rearme ideológico ni peces de colores. Al palco. Y a discutir de trenes con Óscar Puente, exalcalde de Valladolid y ministro de Transportes, cuya visión de la comunidad, de sus problemas y recetas es, por cierto, diametralmente opuesta a la suya. Y la tercera disonancia. Habló de «izquierda internacionalista». Va a resultarle especialmente áspero compatibilizar su socialismo al estilo de Soria, a tope internacionalista, recio como sus lomas, con las políticas que aplica Pedro Sánchez desde Moncloa. Mucho. Porque si tira de posibilismos, verbo y demagogia y acaba aceptando el mensaje del presidente respecto de la financiación de Cataluña o sus fuerzas nacionalistas, por ejemplo, tendrá que sensibilizarse con el alcalde de León y proponer una atención singular para esa provincia. ¿O los catalanes son más que los leoneses? ¿O España 'roba' a los catalanes más de lo que Valladolid 'roba' a los leoneses?, según sostiene alguno de los suyos. Defender tarta para todos y como todos quieran, él sabe, los sorianos saben, es una quimera imposible. Su principal virtud es, con toda seguridad, eso sí, que se trata de alguien que, por su talante, madurez y hoja de servicios, conservará unido al PSOE. Y quizás con eso baste.
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