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Manolo Sierra Rodrigo Jiménez
La censura ha llegado

La censura ha llegado

El boicot a obras de pintores como Manuel Sierra, la censura de obras de teatro que recuerdan a profesores represaliados por el franquismo o la retirada de una instalación artísticas que nos obliga a reflexionar sobre el monoteísmo del dinero no se compadece con la Constitución

Ana Redondo

Jueves, 5 de octubre 2023, 00:05

Vox está decidido a dar una batalla cultural sectaria que atenta gravemente contra el pluralismo y los derechos reconocidos y protegidos por la CE en el art. 20 y que no son otros que la libertad de expresar y difundir pensamientos e ideas y la libertad de creación artística que es una forma estética de expresar esas opiniones diversas. La censura previa está prohibida en el artículo 20 CE, cuando expresamente establece que el ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa. En el mismo sentido, el TC refuerza la interdicción de toda censura previa que tenga por efecto, no ya el impedimento o prohibición sino la simple restricción de estos derechos. Conviene recordar que la Norma fundamental es un sistema coherente de reglas que permiten la convivencia pacífica sobre la base del respeto a la diversidad y al pluralismo. Un sistema del que no cabe extraer aquello que nos gusta y despreciar todo lo que no coincide con las propias ideas. El boicot a obras de pintores como Manuel Sierra, la censura de obras de teatro que recuerdan a profesores represaliados por el franquismo o la retirada de una instalación artísticas que nos obliga a reflexionar sobre el monoteísmo del dinero no se compadece con la Constitución. Lamentablemente la censura ha llegado a Valladolid. La obra de Julio Falagán en un espacio municipal, dentro de un festival de arte contemporáneo como EPHIMERA, es una intolerable manifestación de censura previa. Las excusas no convencen. Se ha esgrimido por parte de la concejala de extrema derecha que la queja provenía de un vecino del edificio que manifestó no estar de acuerdo con dicha obra artística, pero lo cierto es que el local de Galerías VA, en el que se instaló la pieza e inmediatamente se retiró, es propiedad del Ayuntamiento de Valladolid. También se ha dicho que la decisión de censurar la obra tiene base legal en el art. 7.2 de la Ley de propiedad horizontal, por considerar que el propietario u ocupante del piso o local no puede desarrollar en él actividades prohibidas que resulten dañosas para la finca o que contravengan las disposiciones generales sobre actividades molestas, insalubres, nocivas, peligrosas o ilícitas. Al esgrimir esta norma el Ayuntamiento está tildando de nociva, peligrosa, insalubre, molesta o ilícita la obra de Falagán, sin otra razón o motivo que el puro sectarismo. Es cierto que no existen derechos absolutos, tampoco lo es la libertad de expresión, que puede entrar en colisión con derechos reconocidos constitucionalmente como el honor, la dignidad o la propia imagen, pero cuando se produce un conflicto entre derechos, es el juez quien tiene que valorar, en el caso de concreto, el alcance de cada uno de ellos y siempre teniendo muy presente el carácter de la libertad de expresión como eje vertebrador de la democracia. Son las leyes y los jueces quienes pueden determinar los límites y la prevalencia de unos derechos sobre otros no una concejala, ni un ciudadano, asociación o partido político. De otro modo, la convivencia se acaba convirtiendo en una batalla campal por imponer a los demás nuestros propios gustos, creencias e ideologías …. De volver a la caverna tenemos muchos ejemplos en la historia.

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