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La paz reina en el seno del PP leonés (o no, en base a uno de los clásicos de Mariano Rajoy) tras la celebración de su XV Congreso Provincial. Se alimenta el sosiego desde que los militantes de la formación popular despacharan las luchas internas ... ensalzando la figura de su nuevo presidente provincial, Javier Santiago Vélez, para dejar en la cuneta a un rival que quizá solo tuvo cuerpo y sentido en la sobremesa de alguna comida regada con caldos locales y licores de época.
Manuel García, hoy alcalde de Villaquilambre, ha sido laminado con una facilidad asombrosa. No solo por las bases del PP leonés, sino por sus propios compañeros de candidatura y finalmente por la Justicia.
La 'broma' de presentarse como elemento discordante en un proceso electoral que para todos parecía escrito en su inicio y su fin le supondrá a Manuel García un coste superlativo y no solo por los más de 20.000 euros invertidos en la campaña (pago de detective privado incluido) sino por la pérdida de crédito a nivel interno y la abierta duda que ahora se abre sobre su posible presencia como 'número 1' de la lista llegado el momento de nuevos comicios electorales.
García, en el fondo, es una víctima de su propio entorno, de quienes le incitaron a participar en una carrera en la que el rival parecía insuperable y de quienes le arrastraron por el lodazal en unos casos argumentando su poderío en el Bierzo y en otros sus teóricas influencias en los despachos de Génova.
El resultado del proceso, en todo caso, no deja mucha duda en el aire: el 93% de los votos terminaron avalando a Javier Santiago Vélez como nuevo presidente.
Ganó Vélez, sí, ese temido 'leonesista' al que el partido intentó teledirigir en su discurso y el mismo candidato que incomodaba por momentos al presidente del PP de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y al secretario general de los 'populares', Teodoro García Egea.
Mañueco recompuso la situación con esa singular habilidad para parecer que nunca ha roto un plato pero Teodoro, 'Teo', se empeña en dejar algún problema siempre que acude a León. Sea por desconocimiento, ignorancia, atrevimiento o un decidido empeño en devolver favores quizá inconfesables lo cierto es que al número dos del PP nacional le persigue un aire a tufo innegable.
Teo se ha empeñado desde hace tiempo, mucho tiempo, en recuperar para la política local a un personaje esperpéntico: José Miguel González Robles, el diputado nacional obligado a dimitir tras mostrar en público un falso título de derecho expedido por la Universidad Complutense de Madrid en nombre del Rey, entonces Juan Carlos Primero.
Su inclinación favorable a que 'Rancheritas' (como es conocido por sus compañeros de partido) pueda regresar a la dirección local de los populares es inversamente proporcional al despropósito que tal apuesta supone y pone indirectamente a prueba al nuevo presidente.
Son palabras de uno de los militantes más aplaudidos del congreso popular: «¿Qué puede conocer 'Rancheritas' de Teo para que éste se pliegue y tenga tanto empeño en que vuelva a la primera línea?».
En realidad nadie conoce la respuesta a esa singular pregunta. Puede que solo sea afinidad política, simpatía personal, coincidencia en los gustos musicales (Parramboleros incluidos) o, simplemente, desconocimiento de la realidad leonesa.
Podría ser, también, un sorprendente empeño del número dos del PP nacional por activar una bomba de relojería que le estalle bajo su confortable asiento de Génova.
Como en el cine Teo, amigo, solo queda esperar.
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