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Éramos pocos y parió la abuela. No nos faltaba más que el tabernario mensaje de un tuitero anónimo para revolver aún más las turbias aguas del Pisuerga. Cierto es que la proliferación de carriles bici colapsa el centro en hora punta y que los atascos ... en esta jungla de asfalto sacan de quicio a cualquiera pero de ahí a convocar un asalto al Consistorio para acabar con el alcalde al estilo Mussolini va un trecho. Ironías aparte.
En la Grecia clásica el ágora era un espacio donde los ciudadanos intercambiaban opiniones. En el siglo XXI eso se llama Twitter; arca de Noé online donde predominan los mensajes sin reflexión, ofensivos y broncos. A esta anarquía intelectual hay que añadir el deterioro que sufre la lengua a cuenta de los dislates gramaticales y el analfabetismo desplegado en un medio tan asilvestrado.
Las redes son el quinto poder. Un territorio donde resulta difícil poner puertas al campo y donde la libertad de expresión sirve de coartada para que seudónimos de tecla fácil exhiban sus miserias. Otro gallo cantaría si tales soflamas tuvieran foto y autoría.
Óscar Puente no se caracteriza precisamente por la moderación en Twitter y de algunos camaradas que han echado el cuarto a espadas en su defensa, como Echenique, mejor no opinar, pero haber amplificado tal mensaje desde la cuenta del PP ha sido un completo disparate. «Voto a Dios que me espanta esta torpeza…», por ponernos cervantinos.
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