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Ábalos parecía encarnar al san Pedro que Paco Rabal interpretaba en 'Así en el cielo como en la tierra'antonio soler
Jueves, 6 de febrero 2020, 07:36
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Ábalos parecía encarnar al san Pedro que Paco Rabal interpretaba en 'Así en el cielo como en la tierra'antonio soler
Jueves, 6 de febrero 2020, 07:36
Se mueren José Luis Cuerda y George Steiner y es como si se murieran las dos caras de la inteligencia. La vertiente de la intuición, la creatividad y el subconsciente (Cuerda) y la vertiente del análisis, el raciocinio y el estudio comparativo (Steiner). Steiner ... confesó que le daba miedo el salto al vacío que supone la creación, así que se dedicó a desentrañar e iluminar lo que otros habían creado para hacerlo más comprensible y aumentar su eco. Nuestros políticos han lanzado mensajes de condolencia por la muerte de Cuerda y se da por supuesto que a la casa de la campiña inglesa donde vivía Steiner habrán llegado mensajes similares de unos próceres británicos que habrán pasado por alto el hecho de que Steiner fuese un inmigrante, uno de esos saboteadores de la identidad que contribuyen a que las esencias patrias se diluyan en beneficio de un cosmopolitismo malsano.
De Cuerda han dicho los políticos que se trataba de un maestro del surrealismo con el que quedan en deuda. Y es cierto, la deuda es grande y lo vienen a demostrar día a día. Es verdad que les falta el aliento de la genialidad, la chispa que diferencia la situación chusca de esa visión que le otorga a la realidad un sentido nuevo. Pero lo intentan, algunos con ahínco. Recientemente, por ejemplo, hemos tenido en José Luis Abalos un derroche de surrealismo, de versiones corregidas y vueltas a corregir de un guión al que le iba dando forma delante de nuestros ojos hasta dar con la versión que consideraba más del gusto del público. Pero recordándonos siempre, ya fuese con brusquedad o con maneras de chico dócil, que él h a venido para quedarse y que incluso sus errores son un hecho beneficioso para este país, que no se lo merece.
Ábalos parecía encarnar al san Pedro que Paco Rabal interpretaba en 'Así en el cielo como en la tierra'. Un guardia civil que maneja las llaves del paraíso y decide, con voz bronca y argumentos rocambolescos, quién merece estar a la derecha de Dios y quién debe darse la vuelta y volver a las sombras del purgatorio o quemarse en el tostadero infernal de la oposición, ese secarral. Por supuesto, quien más merece la estancia en la gloria es él mismo, pues no negó, como hiciera el apóstol, a su señor tres veces. Ni dos ni una. Con las negaciones de su jefe hay suficiente. Ábalos se limita a acompasarse fielmente a las contradiciones de Sánchez. Si en Cataluña antes no había un problema político, ahora sí. Si a Torra no se le cogía el teléfono, ahora se le llama y casi se le mima. Y todo tiene fundamento y una profunda razón de ser. Y es que tal vez a la par que se ríen con las películas de Cuerda han tenido tiempo de leer a Steiner cuando este recordaba aquella cita de Heidegger: «El que piensa grandemente debe equivocarse grandemente», y nos advertía que «también los que piensan pequeño pueden equivocarse grandemente». Demostrado queda.
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