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Henar Sastre
Amancio

Amancio

Amancio parece ahora la cuenca gigante de un río de versos hechos canción con los que punzar el velo del alma

Ignacio Sanz

Valladolid

Sábado, 14 de septiembre 2019, 08:29

Su voz recuerda el vuelo relampagueante de las golondrinas Sube y baja como si desde la nube se zambullera en el agua de un río. La golondrina porta una flor en el pico. Nació en un pueblo del Bierzo donde, para salir adelante, como los ... malabaristas, las familias tocaban muchos palillos: tierra, mina, ganado, comercio, artesanías. Y entre un trabajo y otro surgían las canciones. Penas y sudores mitigados con canciones populares. Desde las tonadilleras radiofónicas a los viejos romances. Esos zureos musicales escapaban volando por las ventanas para colarse en las casas vecinas. Recuerda a su madre cantando desde que era niño, derramando alegría a su alrededor. Luego, en la adolescencia, en Valladolid, llegaron las revelaciones, especialmente Paco Ibáñez y su 'Andaluces de Jaén'. Nos lo fue desgranando en el patio de la Casa de Antonio Machado, para desvelar sus manantiales poéticos, las fuentes primordiales del gozo y las emociones. Luego llegaron Machado, Lorca, Rosalía, Agustín García Calvo, el romancero, ríos que van a dar a la mar de las canciones. Y, por supuesto, San Juan de la Cruz. A estas compañías tan nobles se fueron sumando nuevos afluentes de tal manera que Amancio parece ahora la cuenca gigante de un río de versos hechos canción con los que punzar el velo del alma. Primero, la palabra; luego, la música.

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