Algarada en el pinar
La Canaleja ·
Lo que más indigna a los cuerpos policiales de la reforma de la ley mordaza es ejercer de transportistas para devolver al detenido al lugar donde se llevó a cabo el arrestoSecciones
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La Canaleja ·
Lo que más indigna a los cuerpos policiales de la reforma de la ley mordaza es ejercer de transportistas para devolver al detenido al lugar donde se llevó a cabo el arrestoAcodada en la barra de un bar, charlaba una pareja de la Guardia Civil delante de sendos cafés, mientras hacían un alto, que no solo lo dan sino que también lo hacen. Cuarentones, más o menos, bromeaban con el camarero a cuenta de un ... video en el teléfono. Se despidieron y tras el consiguiente «buen servicio» que les deseó su interlocutor, uno de ellos, se volvió desde la puerta y le espetó: «Ojalá detenga a alguno en el pinar, que allí lo devuelvo».
No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que la conversación previa había sido de la reforma de la ley mordaza, que ha echado a la calle a los cuerpos policiales, para colocarse en la trinchera a la que no están acostumbrados. Aun preocupados y enfadados por la idea de que les despojen de herramientas imprescindibles como la presunción de veracidad del atestado policial respecto a lo que diga el implicado o que no puedan utilizar pelotas de goma y tengan que pelearse cuerpo a cuerpo, con tanto tipo como hay de gimnasio y anabolizante, sin duda lo que más les indigna es que deban devolver al detenido al lugar donde se llevó a cabo el arresto. Ejercer de transportistas de género humano alborotador será el nuevo y útil instrumento para mejorar la seguridad ciudadana.
Y claro, este, como otros grandes avances de la humanidad, me pilla talludito y sin poder disfrutarlo. ¡Qué no daría yo porque me hubiera llevado a casa una patrulla cuando hice aquello que no pienso desvelarles! Y aunque a mí nunca se me hubiera ocurrido montar una algarada en un pinar, que allí se iba a otra cosa, ahora puede pasar. Así esa pareja de agentes podría darse el placer de soltar a los arrestados entre los pinos, por supuesto ya sin mordaza para que vociferen con total libertad.
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