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Leo que más de tres mil opositores buscaron una plaza de profesorado el pasado fin de semana en Valladolid. Casi quince mil en toda Castilla y León para apenas mil doscientas vacantes. Vamos, que once de cada doce se van al garete. Mi primer ... pensamiento es si saben dónde se meten, dado el estado de nervios, desprestigio y desesperanza que cubre el sector educativo como una niebla de febrero. Van a necesitar algo más que leer 'El monje que vendió su Ferrari' para aguantar lo que supone un curso de vaivenes, presiones e incomprensión. Y eso suponiendo que aquello de la vocación sea firme. Mi segunda reflexión es para la cantidad de jóvenes que concursan sabiendo que su única posibilidad a corto plazo es la interinidad, dado el grueso de gente veterana (y con muchos más méritos –y puntos–) que concursa en esta prueba para acercarse a su lugar de residencia o para abandonar destinos menos propicios de lo que desean. Pero esto es lo que hay. Que les pregunten a los que se someten a un tribunal para lograr acceder al Cuerpo Superior Jurídico o ser inspector de Hacienda. Prepárate, que decía Fortu allá por los ochenta, y ten suerte. Esto último no se refiere tanto a que te caiga lo que mejor sabes, sino a evitar ser presa de nervios, dudas o prisas.
A la vez que deseo lo mejor a los postulantes, encuentro en una red una foto de la entrada a un examen de este calado en Jaén. Y no sé si reír o aniquilar figuradamente a los creadores del bodegón de brilli brilli y algodón que adorna el acceso a la sala. Les pongo en situación: una mesa con pizarritas plagadas de frases de autoayuda tipo «eres el mejor», globos de colores, un cartel que simula una publicación de Instagram para hacerse (supongo) fotos tras la prueba (también sospecho que algunos saldrán sin ninguna gana de posar) y, como colofón, una caja con caramelos tipo gominola. Ustedes, quizá, dirán que bueno, que es para quitar la intimidación de un cisco tan importante como el que nos ocupa. A mí no me parece serio. Y justo de eso se trata, de saber convivir con esa presión inherente al trabajo que se solicita. No sé si les reciben cada día en su trabajo con champán y unas olivas al ritmo de 'Será porque te amo'. A mí no. Y dudo que les ocurra a los que se presentan a esta convocatoria. No se equivoquen y metan la salud mental en estos lares y digan que es para ir más tranquilos, para trivializar lo que espera dentro. Es que los de dentro, los que se encargan de valorar al candidato de turno, quieren probar su valía y conocimientos, aparte de la aplicación de estos a una parte práctica, la vida real. Vender humo no es salud mental. Saber enfrentarse a retos, sí.
Por si aún no han comprendido la dimensión del collage descrito, les daré más pinceladas: en los letreros de los que hablaba hay consignas sugerentes como «eres genial», «el camino al éxito es la actitud», «prohibido rendirse: respira profundo y sigue adelante», «la vida te pondrá obstáculos, pero los límites te los pones tú»... y otras bagatelas que les ahorro. Imagino a los docentes experimentados pasando al lado de este cúmulo de mentirijillas piadosas partiéndose la caja y apiadándose de aquellos novatos que se crean semejante catecismo de mercadillo. Por si les sirve de algo: quizá seas genial y puede que en esta disciplina, pero lo demostrarás contestando a las preguntas y no porque te lo vendan con letras chulis; en el camino al éxito te ayudará la actitud, pero, sobre todo, la aptitud. Sin lo último solo eres un ignorante motivado; lo de que esté prohibido rendirse no lo tengo claro: es bueno mirar hacia delante, pero más todavía ser consciente de que hay cosas que no sabes; y, como final, a los que dicen que los límites te los pones tú me gustaría verlos haciendo la pruebas para jugadores de la NBA, porque a mí me encantaría, pero me da que mis capacidades están muy lejos de lograr encestar delante de troncos de dos metros y pico que se mueven como velocistas (entonces, ¿soy yo o es la vida la que me dice que tengo ciertos límites en según qué materia?).
A todos nos encanta el jaleo y las risas, pero a estos trances se viene con más codos y menos globitos. No habrá animadoras ni confeti en el día a día de su profesión. Lo que les valdrá a los que obtengan un número con plaza será ser lo más eruditos y competentes posibles. Sí, luego vendrán las fiestas del agua, semanas culturales, disfraces, múltiples graduaciones y kilos de paciencia y empatía. Mas creo que les vendrá bien construir el edificio sobre cimientos firmes, y no sobre corchopán del que se consigue en las ferias junto al perrito piloto.
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