Directo UGT y CC OO critican a los «enemigos de la libertad» por intentar tumbar Villalar

Uno es lego en millones de materias y se queda en aficionado en las que conoce más de cerca, pero a veces hay que ir ... a cara partida ante la infamia perpetrada desde el Ministerio de Justicia para, según este, tratar de aliviar el atasco del sistema público mediante medios diferentes. Los llaman MASC (Medios Adecuados de Solución de Controversias), aunque si preguntan a cualquier jurista de a pie podría haber definido el tocomocho referido con otros nombres igual de válidos como afrenta, vergüenza, deshonor, agravio, injuria, denuesto, ultraje, baldón, deshonra, infamia, insulto, bajeza, descrédito, vilipendio, zaherimiento o jugada vil. Todos ellos adecuados y todos admitidos por la RAE como sinónimos de ignominia.

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Les explico: el otro día, mi amigo Bono (no es José ni se trata de su nombre real: lo dejamos en que le gusta U2 y me vale el alias) dice, degustando unas patatas que quitan el sentido en La Bodeguita, que las mentes preclaras del ministerio se han sacado de la manga un truquito de mago barato, de tahúr de regional, para justificar su intento de aligerar la congestión de los juzgados, tribunales y demás instrumentos dedicados a dirimir entre ciudadanos o en demandas y denuncias. Yo pensaba que el remedio para que la cosa vaya más rápido era dotar a esas administraciones de más recursos, léase, más personas trabajando y haciendo que las montañas de casos disminuyan progresivamente. Pero, qué va, venga hombre, a quién se le ocurre, vamos a quitar doce subsecretarías y cuatro vicedirectores de gabinete para esto. Ni hablar del peluquín. Lo que vamos a hacer (no se rían, cuando mi amigo me lo contó me salía cerveza por la nariz) es decir a las partes enfrentadas que por mis huevos morenos (la testiculosidad viene en forma de ley orgánica, más concretamente la 1/2025 de 2 de enero) tienen que hablar antes del juicio a ver si llegan a un acuerdo. Se lo explico en román paladino: usted demanda a su socio porque se ha quedado con diez mil pavos de la empresa que tienen a medias. Usted tiene el justificante de la retirada de fondos de la cuenta y usted tiene la factura de que el fenómeno se ha gastado los diez mil lereles en una Yamaha. Pues bien, no se le permite ir a juicio si antes no se intenta una conciliación. Y yo me pregunto qué oferta le puede hacer usted al mangante. Me cuestiono si serviría como tentativa de pacto algo en plan «me das los diez mil pavos ahora y evitas que te dé un guantazo que te ponga las orejas en Cogeces», o «me lo puedes dar en billetes o en monedas, como prefieras».

Como leen, la estupidez y el desdoro no tienen límites. A mí esto me lo contaban mientras engullía un brioche de codorniz igual de grande que la jeta de Bolaños, pero si me lo llegan a explicar con seriedad y en una ventanilla oficial, me faltan bidones de gasolina para que este estado de bienestar de mercadillo vuele por los aires. Teóricamente, por si lee algún amigo de las nuevas técnicas de mediación. Les ha faltado poner 'Inclusivamente' al final de las siglas y que el juez de paz fuera alguien de una minoría étnica para matar varios pájaros de un tiro y que semejante oprobio viniera también de la cartera de Trabajo. Eso, precisamente, es lo que falta en las más altas instancias políticas del Estado. Un poquito de trabajo serio.

El mejor momento de la charla que les comento es cuando Bono, con cara de resignación y mala leche a partes iguales, me dijo que el mensaje burocrático habla de alternativas a la confrontación jurídica tradicional. Curioso, una pila de años estudiando Derecho para que vengan cuatro mercachifles a decirte que lo que vale es el consejo de sabios de la aldea visigoda. Nos íbamos, después de un jartá de reír por no llorar, cuando mi amigo soltó: «ah, y no te he contado que, al final, dicen que si no se alcanza un acuerdo o existe incumplimiento del mismo, el abogado puede representar a su cliente en los tribunales». Acabáramos: que después de este burdo teatrillo, el desenlace es el habitual, pero con otro trámite por medio. No me jodan, señorías. O no se rían más de nosotros.

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