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Jorge Sanz y Antonio Resines, en la clausura de la 59 Seminci. Gabriel Villamil
Leyendas de Molina 7
Míster Cipriano

Leyendas de Molina 7

Cuenta la rumorología sana que cuando los móviles no dominaban el mundo, durante la Seminci, Resines se ha tomado allí dos o trescientos jarabes, de esos que quitan todo menos la tos. Y algún ilustre más, con nombre y apellidos.

Alfonso Niño

Valladolid

Lunes, 5 de febrero 2024, 00:02

La sabiduría popular sostiene que cuando cambias muchas veces de nombre un negocio, mal asunto. O tiene pufos, o trampas o es que no va a funcionar ni aunque venga un coach de esos que te alinea los chakras y te aplica el feng shui ... a todo el mobiliario. No tengo ni idea de lo que hacían ahí abajo y tampoco me importa mientras no traficasen con emigrantes (que no lo hacían, o hubiera visto alguno con la de horas que he dilapidado en ese lugar), pero aquello era un centro neurálgico del alterne, el café y la copa vespertina. Da igual que se llamase Black Rose, The Boss o el original Kuwait. Molina 7, para el populacho, cambiaba mucho de letrero pero poco de clientela. Cuenta la rumorología sana que cuando los móviles no dominaban el mundo, durante la Seminci, Resines se ha tomado allí dos o trescientos jarabes, de esos que quitan todo menos la tos. Y algún ilustre más, con nombre y apellidos. Había más lío que en la isla de las tentaciones, pero claro, tampoco había cobertura, y eso lo convertía en una suerte de Las Vegas particular de domingo a domingo. Porque Molina 7 no cerraba nunca. Jamás. Y lo que allí pasaba, allí quedaba.

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