Marta Moras
Míster Cipriano

¿Me lo 'descambia'?

«Compren, busquen, vayan de tiendas y salgan a la calle, que el comercio local lo necesita. Charlen con las amigas, tomen un café y farden de haber encontrado ese chollo que las otras ignoraron»

Alfonso Niño

Valladolid

Jueves, 11 de enero 2024, 00:23

No me resisto a escribirlo entre comillas. Porque no, me niego, me enervo, me fustigo y apelo a las más altas instancias. ¿Qué coño es eso de 'descambiar'? Si te compran algo y no te gusta, o lo devuelves y te dan el dinero en ... contraprestación, o lo cambias por otro artículo de tu elección. Ya está. No hay más. La vida es complicada y ya nos advirtieron Los Ronaldos de que alguno la quiere complicar más.

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Resulta que ahora sale Fundeu, a la que tengo en alta estima, y dice que sí, que es válido. Como si fuera un VAR de segunda mano funcionando a medio gas, como si el que pusiera el sello de «aceptado» fuera un señor de Valdestillas atrapado en un carajillo eterno. Y te encuentras por la calle con la gente en este enero cencellero y te dicen que feliz año y que a ver si 'descambian' unas cosillas. Me cisco en el santoral bendito empezando por san Atanasio y acabando por la Beata Zulema. Me sale una urticaria selectiva y empiezo a mirar como cuando Lina Morgan cerraba un ojo. ¿No será que lo vas a cambiar, alma cándida? Por un vale, un tique regalo de esos que pierdes en los bolsillos del abrigo, o por otra prenda que tampoco necesitas y en seis meses venderás a un precio irrisorio en Vinted. Pues no, sostienen. Que lo van a 'descambiar', que es como se ha dicho toda la vida. Y les digo que sí. Que toda la vida lo han dicho mal. Como ese amigo que va pregonando que inventó el mus y sigue jugando a chica. Estrepitosamente mal.

Porque si eso se admite, entonces pasado mañana voy a ir yo a la peluquería a que me 'descambien' el look (lo mío es sencillo porque solo pueden optar entre rapado o cortito). Qué pena no haber sabido esto y hace treinta años haberle dicho a Susana, tras la negativa a bailar conmigo un lento en Campvs, que si no había 'descambiado' de opinión. O, mejor aún, voy a saludar a uno de esos canallas que están rebajeando y usan la palabrita de marras, y cuando me despida, le daré un abrazo y, sonriendo, exclamaré: ¡no 'descambies' nunca!

Miren: no quisiera ser un talibán del lenguaje porque alguno, encima, me tildará de jactancioso o altivo, pero de este islote no me mueven ni aunque Luis Lera me prometa unas lentejas con foie si corto el rollo. Si ustedes quieren nos bajamos del burro todos y volvemos al trueque, a canjear dos sacos de trigo por una gallina y un kilo de tomate, a trapichear con dos paquetes de tabaco en contrapartida por un Interviú de alguna famosa. Pero no me hagan comulgar con ruedas de molino.

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Compren, busquen, vayan de tiendas y salgan a la calle, que el comercio local lo necesita. Charlen con las amigas, tomen un café y farden de haber encontrado ese chollo que las otras ignoraron. Y, si por lo que sea, pretenden devolver el jersey de cuello alto con una garza en el pecho que la tía Paquita y su gusto difuso les ha regalado, ignoren al granuja mefistofélico que, desde su hombro, les susurra al oído el verbo que nos ocupa. Aguanten, por Dios. Resistan. Prescindan del prefijo. Elijan la armonía en lugar del desorden, lo hermoso en vez de lo deslucido, el acierto lejos del desatino.

Sé que la batalla está perdida de antemano porque, como le dijeron a Sancho, «es querer atar las lenguas de los maldicientes lo mismo que querer poner puertas al campo». Además, ahora se lleva ofenderse y poner el grito en el cielo, así que a buen seguro que tres mindundis, en lugar de reflexionar sobre si Umbral o Delibes dirían semejante tontería, estarán afilando el cuchillo para ponerme a caer de un burro en los comentarios. Les indico por adelantado que me influye más bien poco; me resbala, porque visto un gabán buenón impermeable que jamás he pensado 'descambiar'.

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