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Tranquilos. Ya hemos pasado debates, mentiras y elecciones –por ahora–, así que las noticias veraniegas volverán a cómo hidratarse adecuadamente, qué platos nos hacen estar ... más fresquitos y dónde pasan los famosos su periodo estival. Paso páginas de periódicos y revistas y veo que, a estas alturas del año, en las que en Madrid deben de estar a punto de freír la panceta en las aceras, los menesterosos que sueñan con un pellizco hacen cola bajo la solana en Doña Manolita. La esperanza, supongo, que nos hace perder el equilibrio y el poco sentido común que nos queda. A algunos he visto, la semana pasada, en La Rana de Oro de Río Shopping pidiendo el número de la fecha de su boda o de su divorcio. Lo dicho, es lo último que se pierde.
Esto no es sólo aplicable a los juegos de azar con los que tapar agujerillos. Y si no, díganselo a la abogada norteamericana que ofrece una suculenta recompensa (cinco mil machacantes, que diría el añorado Ibáñez) por encontrarle un marido. Ojo, no un novio. ¡Un marido! Así, del tirón. Me imagino esta situación en aquellos días de El Desván o Sotabanco, pienso en que una mozuela me pusiera ojitos, me acercara de rondón y me dijera: busco esposo. No paro de correr hasta llegar a Rioseco. Tendría que tomarme café y dos abisinios para que se me pasase el susto.
Vamos a ver, chiquilla (por la americana): las cosas llevan su ritmo y van paso a paso. Llámame antiguo, pero esto empieza con un cine, unas copas… Qué sé yo. Conocerse, ¿no crees? Si pasas de largo estas fases y vas al grano, también vale. Pero no parece ser tu objetivo. Vete a 'First Dates' a hacer el ridículo o apúntate a Tinder, que se lleva mucho y da resultados inmediatos.
Por lo que sugiere, a esta de los Estados Unidos parece que no le vale ninguna opción. Es más, dice que tiene requisitos: que sea alto, que no haya estado casado, que aún no llegue a los cuarenta… ¿Se imaginan que fuera al revés y un caballero pusiera una lista de cláusulas a cumplir y que, además, ofreciera dinero? Diecisiete asociaciones, nueve sindicatos y tres ministerios lo pondrían en busca y captura.
Volviendo a la protagonista del cuento, me da en la nariz que, la pobre, tiene poco futuro como casadera. Porque el amor, que según explica es lo que busca, se encuentra. Y se construye. Y no se lo ponen cortapisas. Se trata de dos personas que son rocas con múltiples aristas. Y su contacto, cercanía y ganas de ceder hacen que esos vértices se vayan erosionando hasta encajar en los del otro. Por ponerles un ejemplo cercano y curioso: mi mujer y yo somos diametralmente distintos. Ella no ha puesto música en casa ni un solo día en los nueve años que llevamos juntos. Jamás. Never. Y yo no concibo despertarme sin la radio, sin escuchar mis preferidas de camino al trabajo o mientras estoy haciendo ejercicio, la comida o escribiendo estas letras. Otra: desde que estoy con ella he ido, bien lo sabe Dios, a múltiples representaciones de ballet. Ella se emociona con tanta sensibilidad y riqueza de expresión. Yo exclamo «¡hala!» cada vez que dan un brinco, como si estuviera viendo la final de gimnasia de los Juegos Olímpicos. Una más: cuando nos conocimos, ella no había visto 'El Padrino'. ¡'El Padrino', que es como saber que la sopa se toma con cuchara y que con la tortilla no se usa el cuchillo! Pues eso, que se subsanó. A cambio, yo aprendí lo que es el plumeti. Equilibrio.
Insisto: las exigencias para las oposiciones. Empieza mal si cree que su esperanza es poner un anuncio en las redes, que le hagan cuatro entrevistas graciosas en televisión y que así encontrará un maromo cachazudo e ingenioso que hará girar su mundo. Las mariposas del estómago no se compran y, cuidado, no son eternas. Ese jardín hay que regarlo a diario. Y cambia. Y se aprecian las nuevas flores. Pero lo fundamental del asunto es que tenga unas raíces que sostengan todo el tenderete. En caso contrario, la veo en breve ofreciendo otra recompensa del estilo en busca de una nueva oportunidad. Error.
El amor no se pide a los Reyes, bonita. De ahí sólo vas a sacar una pasión de todo a cien. Una alegría para el cuerpo, que es muy útil y bastante necesaria. Pero dudo que aparezca en ese afecto caduco la persona a la que confiarías tus miedos y tristezas y en la que te apoyarías para que no te derrumbasen. Un consejo: sal más y apaga el puñetero teléfono.
Lo que es la vida. Termino de escribir y en Parquesol veo una agencia matrimonial que se llama Uno más uno. Señor, o nos pasamos o no llegamos. Espero que el resultado no sean siete.
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