Alemania y buena parte de sus políticos están dando una demostración de lo que todos pensamos que es: un gran país bien ordenado. Eso no quita para que en algunas ocasiones se produzca cierto descontrol y tengan que recurrir a su disciplina innata para corregir ... el rumbo. Estoy pensando en la Alemania actual que ha aprendido a sangre y fuego la gran lección del enorme desparramamiento criminal que supuso el terror asesino de los nazis. Y en esos Estados federales ha reinado en los últimos quince años el criterio centrista y firme de una mujer como Angela Merkel que ha asumido responsabilidades que iban mucho más allá de sus fronteras.
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Si ahora nos encontramos con una Alemania sin Merkel que tiene ante sí un reto de liderazgo político y consenso entre los grandes partidos, mayor desafío afronta una Europa sin Merkel. Uno de los mayores problemas que suelen aparecer en la carrera de un político es acometer bien y en el momento preciso el fin, una retirada sin traumas que exige haber trabajado convenientemente su sustitución. En estos avatares políticos nunca suele suceder como se ha planeado y en Alemania ocurrió cuando hace un año, Annegret Kramp-Karrembauer, la persona que había sido elegida para sustituir a Angela Merkel al frente de la CDU, renunció a seguir adelante con el cometido encomendado. Las bases germanas del comportamiento y de la forma de hacer política propició el tiempo necesario para acometer la elección de su sustituto en la persona de Armin Laschet. Se ha producido una elección anunciada porque era el candidato apoyado por la propia Merkel al reunir varias cualidades esenciales para un objetivo fundamental: continuidad de las políticas que han proporcionado estabilidad, progreso y liderazgo.
Laschet es una persona con ideas centristas y con experiencia de gestión al ser primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, una de las regiones más poblada y más desarrollada. El timón del partido es esencial para llevar a buen puerto las relaciones históricas pero delicadas con su socio social-cristiano de Baviera, cuyo líder, Markus Söder, se presenta como uno de los más firmes candidatos a ser el cabeza de cartel de la coalición en las elecciones generales de septiembre. Unos comicios donde se pondrá a prueba a quien beneficia o perjudica más la gran coalición de Gobierno que ha practicado en estas dos legislaturas Merkel con los socialdemócratas. Hay tiempo para determinar si el nuevo responsable de la CDU será el candidato, siempre que su partido obtenga buenos resultados en las elecciones regionales previas.
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