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La ceremonia de entrega de los premios Goya ya tenía asignadas sede y fecha: Valladolid, el 10 de febrero. Ahora, han elegido también a los presentadores: los Javis y Ana Belén. Lo que todavía no está construido es el sitio donde vamos a meter ... a tanta gente engalanada con sus mejores ropajes (propios o alquilados).
En la Feria de Valladolid no se ha puesto ni un clavo y ya en la Wikipedia la ciudad tiene adjudicado su hueco, sucediendo a Sevilla, Valencia o Málaga. Estas tres ciudades contaban con palacios de congresos o de deportes ya existentes; pero como nosotros somos así de chulos, nos hemos lanzado a organizar el sarao con un auditorio prefabricado de usar y tirar, contra reloj, en el mismo recinto que suele albergar exposiciones de maquinaria agrícola o venta de vehículos de ocasión. ¿Qué puede salir mal?
En el pasado reciente, esta gala se celebró en algún espacio con menos aforo que el Calderón o que el auditorio Miguel Delibes: es el caso del teatro del Soho, que Antonio Banderas ha rehabilitado en Málaga. Supongo que ahora la Academia del Cine Español exige sitios con mayor capacidad para poder acoger a más invitados, porque un día es un día, y ahí nuestro Ayuntamiento dijo sí a todo, como yo hago a veces con las preguntas que me formula mi ordenador.
Intuyo que al actual equipo municipal, que ha heredado este compromiso de los anteriores gestores, lo de organizar los Goya le hace poca gracia o ninguna. Nos va a costar una pasta y los beneficios son, como poco, discutibles. Cuando hablan de retorno económico para la ciudad, se refieren siempre a retorno económico para los bares, hoteles y restaurantes. Nuestros políticos frecuentan más las tascas que los museos, son más forofos del lechazo y del 'gin-tonic' que de los libros, y por eso tienen un sesgo muy marcado a la hora de firmar cheques y hacer transferencias. Y, en cuanto a la publicidad que eso supone para Valladolid, cualquiera que tenga conocimientos de industrias culturales sabe que medir el impacto económico de un acontecimiento como este tiene un margen muy amplio de subjetividad.
Que nadie me malinterprete: yo estoy a favor del cine español y cada año veo ocho o diez títulos, que son, no nos engañemos, todos los que suelen merecer la pena; pero creo que el dinero público que nos vamos a fundir en esto de los Goya (siete millones de euros, según he leído) estaba mejor invertido de otra manera más discreta, más juiciosa, menos aparatosa, menos cazurra.
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