Secciones
Servicios
Destacamos
Valladolid se nos ha llenado de obras. Esto sí es una plaga y no las polillas inofensivas que han invadido Madrid.
El ruido, las zanjas y el polvo están por todas partes. En Chancillería, llevan meses bloqueando la salida de ambulancias de una residencia ... de ancianos. En Labradores, han cavado profundas trincheras a lo largo de toda la calle (sospecho que el alcalde está planeando declararle la guerra a Burgos). He oído incluso, aunque no quiero creerlo, que van a hacer reformas en el Arco de Ladrillo para luego demolerlo.
Supongo que algunas de estas intervenciones urbanas estarían programadas con bastante antelación y otras han ido surgiendo sobre la marcha, pero yo me pregunto: ¿era necesario hacerlas todas al mismo tiempo? Es como si un equipo médico decidiera realizar, a la vez, quince operaciones a un enfermo. En todos los ayuntamientos de España debería haber una concejalía del Sentido Común que tuviera que dar luz verde a las ideas y ocurrencias de los demás departamentos.
Da un poco de pena y de dentera ver la ciudad así, tumbada en la mesa del quirófano, con todas las tripas al aire. Hay calles enteras amuralladas con esas vallas de tela verde que ponen para que los jubilados no fisguen y no critiquen, vecinos que se hunden en la melancolía (sobre todo si tienen un negocio en la zona afectada) y niños cuya primera palabra no va a ser «mamá» o «papá», sino el pitido irritante que emite la maquinaria pesada cuando da marcha atrás.
La teoría dice que todos esos cambios son para mejorar, pero yo no estaría tan seguro. Aunque todo es muy bonito en las infografías, a veces el resultado final no está bien rematado y se dejan las aceras con horribles cicatrices. Estamos, no lo olvidemos, en el país de las chapuzas. En cualquier caso, a los vallisoletanos nos va a exigir una santa paciencia que, sinceramente, yo no sé si tengo. Y menos mal que no conduzco.
Todas estas obras públicas siguen protocolos muy estrictos con pliegos de condiciones larguísimos y concursos a los que se presentan grandes empresas que tienen su sede en rascacielos con helipuerto en la azotea; pero luego, al pie del cañón, siempre te encuentras individuos un poco desorientados que, con una radial en la mano, se rascan la cabeza frente a un amasijo de cables y tubos. «Habrá que preguntarle al Chema si esto se puede cortar», exclama por fin uno de ellos.
El día en que al Chema de turno le falle la intuición, Valladolid volará por los aires, dejando en su lugar un inmenso cráter humeante.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.