Ustedes tienen una ventaja sobre mí: saben lo que ha pasado el día de la entrega de los Goya. Yo escribo este artículo con anterioridad y solo puedo aventurarme en el resbaladizo terreno de las profecías.

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¿Habrá salido todo bien? Supongo que sí: que ... el auditorio de quita y pon no se vino abajo en mitad de la ceremonia y ningún tractor irrumpió en el escenario atropellando a Sigourney Weaver. Nuestro alcalde habrá declarado que todo ha sido un éxito para la ciudad y se habrán repasado las cifras de lo que ha reportado a los hoteles y restaurantes. A mí, esto de fundirse un puñado de millones de dinero público en fuegos artificiales cuando tienes goteras en casa me parece, cuando menos, insensato.

Coincidiendo con la entrega de los premios, se han programado innumerables protestas; pero de la que más se ha estado hablando, claro, es de la movilización agrícola y las caravanas de tractores amenazando con colapsar las ciudades. Si vas a quejarte de algo y te presentas montado en un vehículo de varias toneladas de peso, eso ya te sitúa a otro nivel en las negociaciones. A mí me gustaría tener un tractor, por ejemplo, para acudir a las reuniones de vecinos cuando se va a discutir la enésima derrama.

En general, mientras no han cruzado esa fina línea que separa la manifestación del pifostio, los agricultores han recibido la solidaridad popular y la comprensión de numerosos políticos de todos los ámbitos y colores, lo cual es muy desconcertante: si todos les dan la razón, ¿de quién es la culpa de que las cosas estén como están?

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He leído por ahí que un tercio del presupuesto de la Unión Europea se destina a ayudas de la Política Agraria Común. El año pasado, solo en España, se repartieron casi 5.000 millones de euros. Eso sí son subvenciones contundentes y no la miseria que le dan al cine español. Y, a pesar de ello, la actividad agropecuaria no es rentable: vas al supermercado y te sale más barato comprar un plátano cultivado en Costa Rica que uno de Canarias.

Ahora que Gran Bretaña ya no pone un céntimo para nuestro campo y que estamos 'invirtiendo' en misiles para Ucrania, ya no hay tanto dinero para la PAC. Yo creo que la idea de los cráneos privilegiados de Bruselas (y esto es otra profecía) es que en Europa se deje de cultivar para poner placas solares o molinos de viento. Quizás quieren externalizar el sector primario igual que antes externalizamos, en gran parte, la producción industrial. Acabaremos bebiendo leche llegada en barcos o en aviones desde Argentina. Estamos en un quilombo global.

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